El Gobierno recomendó ayer a los españoles en el extranjero a que tomen "cuanto antes" el camino de vuelta a casa ante la inminencia de un cierre de fronteras aéreas en la UE, además de las terrestres y marítimas. "Es importante que aquellos que quieran retornar lo hagan cuanto antes; que nadie se quede pensando que si se lo hubieran dicho antes podría haber vuelto a su país", insistió la secretaria general de Transportes, María José Rallo.

Pero la realidad que constatan gallegos residentes en el exterior es que volver a España en medio de la cuarentena que toca a cada vez más países no es fácil, nada fácil. Roberto Alonso viajó a Panamá con amigos de Nigrán y Gondomar "para visitar una isla". Tenían vuelo de regreso para el próximo día 23, pero el país centroamericano anuló los viajes a España tras detectar el primer caso de coronavirus. A la vista de la situación Roberto, sus compañeros de viaje y decenas de españoles se personaron en la embajada en busca de una solución.

"Nos consta que el personal de la embajada hace todo lo posible, pero nos dan pocas, por no decir ninguna solución. Nos dicen: "Salid cuanto antes y como podáis", resume Roberto alojado en un hotel de la capital panameña. "Aquí se lo están tomando muy en serio con muchos menos casos, hacen controles de temperatura hasta para subir al autobús", explica. El hecho de que el brote se atribuyese a un español "nos da aún más incertidumbre".

Gracias a las gestiones de una agencias de viajes de Vigo, Roberto y sus compañeros Paco Puerta y José Fernández lograron un billete de avión a La Habana, para desde ahí enlazar a Madrid. "¿Y quién me garantiza que en Cuba no nos van a parar? ¿Qué hago si tengo que quedarme allí, sin conocer a nadie?", lamenta el nigranés. Asegura que los precios de los vuelos "se han multiplicado por cinco" y que para su salida precipitada ya se gastó 1.200 euros. "El Gobierno debería hablar con las aerolíneas para facilitar la salida de los españoles en el exterior. En Panamá somos al menos 27 personas", dice por las personas que estaban a la espera de respuesta en la Embajada de España en Panamá. "A una chica de Pamplona le tuvimos que ayudar para que saliese hoy", comenta con nerviosismo.

Desde el sur de Italia, la viguesa Sarai avisó por redes sociales que "cada vez veo más difícil volver a Galicia. Al final me terminaré quedando a vivir en el extranjero aunque no quiera". Doctoranda en la Universidad de Vigo, participa en un proyecto europeo en la ciudad de Molfetta. "Las restricciones de transporte que existen ahora mismo, entre y en cada uno de los países, son enormes. De hecho no podemos llegar a España por vía aérea y para los que estamos en el sur de Italia, como yo, volver a Galicia en coche no es una opción viable". Afirma que en el consulado "solo pueden decir que tenemos que buscar nosotros una opción para volver, cosa muy difícil porque podemos quedarnos atrapados en otros aeropuertos haciendo escala, por ejemplo en Alemania". Sarai se resigna porque "justo el día que iba a comprar los billetes de avión cerraron las fronteras sin aviso previo, simplemente salió en el BOE" y puede esperar mientras siga el proyecto en el que trabaja. "El problema es que las opciones que hay ahora para viajar desde Italia hacia España son poquísimas, muy costosas y con muchísimos riesgos".

La odisea de volver ya la han sufrido los vigueses Sira Rodríguez y Yago Madarnás. Consiguieron, el pasado fin de semana, salir de Manila una vez el gobierno de Filipinas decretó el cierre de los aeropuertos por la emergencia sanitaria. Su periplo: Abu Dabhi-Amsterdam-Madrid les llevaría al menos dos días de viaje. Más difícil todavía lo tiene el concejal de Obras de Sanxenxo, Oscar Vilar, a quien la crisis le ha cogido de vacaciones en Australia y ayer aún realizaba las gestiones para tomar el camino de vuelta.

El problema del alquiler

Incluso los gallegos que están cerca, relativamente, de casa, se han encontrado con dificultades inesperadas por la crisis del coronavirus. Mariola Juncal, de Marín, es una ingeniera de minas que tras rematar su trabajo en Valencia se quedó un mes para disfrutar de las fallas. Tiene el alquiler contratado hasta el 27 de marzo, pero no sabe si ese día podrá volar a Vigo. Por ello se ha puesto en contacto con la inmobiliaria ("quiero salir de la manera adecuada") sin que le aclaren la situación. Tiene un amigo que le guardará sus enseres, pero tampoco sabe si podrá trasladarlos por las restricciones de transporte.

"Estoy preocupada por su se suspenden los vuelos. Ya evité que tuviera transbordo en Madrid", dice. Por el momento lo lleva con relativa normalidad. Se entretiene con juegos de rol, ya que es monitora en un centro municipal y está organizando la actividad online. "Las partidas son como un teatro improvisado", explica con ánimo.