En los hospitales, los centros de salud y los Puntos de Atención Continuada se vive una calma tensa, como la que precede a un combate. Con la vista puesta en Italia o Madrid, se preparan para lo que está por llegar. La incertidumbre es lo que más les inquieta. Las fuerzas las recargan con toda la energía que están recibiendo de la ciudadanía.

Los primeros que han entrado en faena son los servicios de urgencias. "Nunca habíamos vivido una situación como esta", cuenta la enfermera Trinidad Ramos desde el Hospital Álvaro Cunqueiro. Por ahora, no han tenido una afluencia masiva de gente. De hecho, las visitas por otros motivos se han desplomado -"la población está siendo muy responsable"- y la toma de muestras a domicilio también "está ayudando mucho a descongestionar el hospital". "Pero el personal está más estresado porque sabemos que en breve trabajaremos como en un campo de batalla", describe. Le preocupa la escasez de material: "Nos estamos quedando sin mascarillas".

Pepa Freire, técnico auxiliar de cuidados de enfermería y secretaria provincial del sindicato SAE, también palpa "muchos nervios" en el ambiente. "La incertidumbre por lo que pueda pasar de aquí a unos días, está ahí. Además, aunque estemos protegidos, todos tenemos miedo a llegar a casa contagiados", señala. Explica que, de momento, solo ha sido necesario reforzar al personal de una planta. "La situación está tranquila, pero somos conscientes de lo que puede llegar", indica.

Otro de los servicios más expuestos son los de urgencias de Primaria. "Los profesionales estamos preocupados, pero la actitud es bastante serena y tranquila dada la gravedad de la situación", describe la doctora Elisa Ausín, del Punto de Atención Continuada de Vigo, que coincide en hablar de "inquietud".

La demanda de atención también ha descendido aquí porque "la gente está actuando con bastante responsabilidad a la hora de solicitar asistencia sanitaria urgente". Recuerda que se debe proteger a los sanitarios en general y a los médicos de Primaria, en particular, porque, entre otras cosas, es un personal deficitario. "No podemos permitirnos bajas". "El uso responsable de estos servicios se necesita más que nunca", insiste Ausín.

No están recibiendo muchas sospechas de contagio por coronavirus. Aún. "La situación cambia de un día para otro y tenemos que estar preparados para lo que pueda venir", resalta. Lo están. Ya tienen circuitos diferenciados para estos casos y para el resto. De todos modos, recuerda que las personas que sospechen que puedan estar infectadas no deben dirigirse por su cuenta a ningún centro. Deben llamar al 900 400 116, si son síntomas leves, o al 061, si son graves.

Aunque la demanda asistencial les ha bajado, cuenta que "el desgaste psicológico es mayor, por lo que el cansancio es grande". Admite que también temen por los suyos. "No somos héroes, es inevitable tener miedo", concluye.

Las Unidades de Cuidados Intensivos son uno de los dispositivos que más preocupan a las autoridades. El miedo es que, si este ritmo de expansión del contagio se mantiene, no sean capaces de absorber a todos los pacientes críticos que necesiten esta atención. Cuando empezaron a ver los problemas de Italia en este sentido, hace ya unas semanas, en la UCI de Povisa -donde ayer por la mañana aún no les había llegado ningún caso- ya se pusieron manos a la obra. "Llevamos bastante tiempo organizándonos, hicimos una planificación contando con las distintas áreas de las que disponemos", explica la anestesista Sonsoles Leal. Han elaborado un plan de contingencias pensando que van a tener "una llegada masiva de pacientes críticos". Sumando otras áreas, como la sala de reanimación, podrán llegar al triple de sus camas habituales. "Es una emergencia". "Incluso hay plan para llegar más allá, pero hacemos la broma de que solo queremos dejarlo por escrito, no nombrarlo", desvela.

También han duplicado al personal disponible y han hecho un recuento de todos los trabajadores formados y cualificados en críticos de los que pueden tirar si fuera necesario y poniéndose en el escenario más pesimista. "Y son muchos", tranquiliza. "No quiere decir que no acabemos exhaustos, con jornadas interminables, como lo que le está sucediendo a todo el mundo. La suerte que hemos tenido es que nos lo han ido avisando estas semanas y nos ha dado tiempo para prepararnos", afirma.

"La situación es de tensión, pero también de seguridad de estar bien formados y preparados para lo que venga, porque va a venir", subraya. Intentan descansar, pero "no es fácil". ¿Y cómo lidian mentalmente con la espera? "El saber que lo tenemos todo previsto, hasta la situación más extrema, tranquiliza. Y hacer simulacros y darte cuenta de que lo sabes hacer, relaja bastante", revela. Pero hay algo más que les da ánimo: "A todos nos ayudan desde los memes a los aplausos de las noches. Aún no estamos en la batalla, pero estaremos y ver que la población lo sabe y está con nosotros, ayuda".

En una situación similar está el Servicio de Medicina Intensiva del Álvaro Cunqueiro. "Sabemos que a partir de la semana que viene van a aumentar los casos", señala la doctora Mélida García. En la UCI de Beade, por el momento, solo tienen un paciente. El primero que ingresó en el área viguesa. En una de las salas de reanimación hay otro, del que se encargan el Servicio de Anestesia.

"La forma de trabajo está siendo muy diferente, estamos constantemente desarrollando programas de prevención. Estamos muy protegidos y andamos con mucho cuidado al vestirnos, al lavarnos?", relata. Indica que los pacientes que están en la UCI por otras patologías "son conscientes de todo lo que está pasando". Entre otras cosas, porque "las visitas se han restringido considerablemente por su seguridad". "Todos se lo están tomando bien", agradece.

Los centros de salud son otros de los puntos que pueden recibir casos de sospecha y que han reordenado su actividad para evitar contagios en sus instalaciones. Maite Joaquín, enfermera en el de Marín, señala que están "preocupados y a la expectativa". Algunos más "alterados" que otros. Reconoce que el cuerpo se pone "más en tensión cuando llega un paciente respiratorio".

La presidenta de la Asociación Galega de Medicina Familiar, la doctora Susana Aldecoa, explica que, a nivel humano, lo viven "con mucha incertidumbre y eso crea ansiedad". "Venir a trabajar con las noticias de casos en aumento, sabiendo que los protocolos cambian día a día, que tenemos que revisar los circuitos para ver si está todo en orden, genera ansiedad. Pero también tenemos una sensación de trabajo bien hecho", detalla.

Por ahora no tienen mucha demanda. "Estamos organizados para aguantar mucha más presión", destaca la doctora, que reconoce que tienen un "miedo lógico" a la espera de ver si lograrán dar una "respuesta adecuada y suficiente porque los números no están siendo buenos y las cifras suben a mucha velocidad". También por ver cuántos compañeros caerán enfermos. No son muchos y hay algunos a los que, por motivos de salud, los reubicarán. "Vamos a quedar menos, a ver cómo nos redistribuimos", plantea.

Por el otro lado, están viviendo algo muy bonito. A Aldecoa se le entrecorta la voz de emoción cuando recuerda cómo antiguos compañeros ya jubilados o alumnos de último curso de Medicina les llaman para ofrecer su ayuda para "cualquier cosa". O cómo "todos los pacientes, sistemáticamente" les dan ánimos cuando les atienden por teléfono. "Tenemos una sensación de colaboración enorme por parte de la ciudadanía", alaba. "Los hacemos esperar en la calle para que no entre prácticamente nadie y lo hacen de una forma tan ordenada, siguiendo las instrucciones? Es llamativo", subraya. "Es una situación de una solidaridad tan grande que es emocionante", concluye.