Galicia es la comunidad autónoma con mayor tasa de personas que teletrabajan. Más de uno de cada diez ya realizaba sus labores profesionales en sus viviendas antes del estallido del coronavirus Covid-19. En torno a 112.000, según un informe de Adecco. Tras la declaración del estado de alarma nacional, que restringe al máximo las salidas a la calle de los ciudadanos, el número de personas que trabajan desde sus casas continúa creciendo cada día. También en la Administración pública gallega. En total, y pese a que hay lista de espera, ya son más de 4.200 funcionarios de la Xunta los que se sirven de esta modalidad de empleo.

Desde la entrada en vigor de la emergencia sanitaria en Galicia, la Xunta, a través de la Axencia de Modernización Tecnolóxica de Galicia (Amtega), activó más de 3.330 nuevas solicitudes de conexión remota al puesto de trabajo en las últimas horas, cuando hasta ahora únicamente 900 funcionarios se beneficiaban de dicho servicio. Aun así, la tramitación de estas peticiones va a medio gas, debido al aluvión, y el número de trabajadores que aguarda la habilitación de sus sistemas informáticos caseros es significante.

El objetivo, tal y como esgrime el documento publicado el domingo en el Diario Oficial de Galicia (DOG), es que todos los empleados públicos que puedan desarrollar sus funciones en casa lo acaben haciendo en este periodo de cuarentena indefinido. Algo que difícilmente podrán llevar a cabo aquellos que realicen tareas de cara el público, en una ventanilla -cuyo trabajo ha sido suspendido-, o los que pertenecen a cuerpos de servicios esenciales. Es decir, el personal sanitario, de servicios sociales, de justicia o el de seguridad, protección civil y emergencias.

"El viernes me traje un pendrive, para ir haciendo cosas, en previsión de lo que pudiese pasar", cuenta un empleado público asociado a la Axencia Galega de Desenvolvemento Rural (Agader), y que prefiere seguir en el anonimato.

Su solicitud de conexión remota segura (VPN) que le permita acceder a su escritorio personal del ordenador de sobremesa de su puesto de trabajo y, en consecuencia, a los programas informáticos, además de a su extensión de teléfono, es una de las muchas que está pendiente de aprobación, dado la excepcionalidad del contexto. "En realidad, lo que hacemos no es teletrabajo; es trabajar en casa. Teletrabajo será cuando nos lo den oficialmente. Espero que se nos habilite antes de 15 días", dice, representando también a sus compañeros de planta.

Claudio Otero trabaja desde hace dos años dos días a la semana desde su vivienda, como analista para la Consellería de Presidencia. Del mismo modo, Miguel Casas, técnico de Amtega, ha pasado de teletrabajar un día a la semana -pese a solicitar tres- a realizarlo al completo, con motivo del confinamiento. Este último proyecta el lado bueno de las cosas: "En casa, trabajo más. Me distraigo menos". Otero concuerda: "Soy más productivo".

Además, Costas tiene la esperanza de "que se saque algo bueno de esta situación", que, bajo su punto de vista, podría ser, precisamente, una mayor regulación del trabajo a domicilio. A su favor, pone varios argumentos: "Si hubiera más teletrabajo, habría menos vehículos circulando. Y mejoraría la conciliación. El teletrabajo me da la oportunidad de comer con mi familia".