Los británicos, que conducen por la izquierda, se conducen también a su manera particular a la hora de luchar contra la pandemia de coronavirus. Se salieron de la UE con el "Brexit" y ahora, con el "Cobrexit", el Gobierno de Boris Johnson se sale del carril epidemiológico que abrió China y están siguiendo España, Italia y todos los países infectados. Los británicos no han clausurado su país. En cambio, han preferido dar "empujones" de comportamiento: pedirle a los ciudadanos que se laven las manos, que eviten tocarse, que se aíslen si están enfermos. Sir Patrick Vallance, el principal asesor científico del Gobierno de Johnson, asegura que está alentando la "inmunidad colectiva". Es decir, tal y como explica "The Guardian", permitir que "suficientes personas que puedan sobrevivir a la enfermedad por coronavirus se infecten, y así el virus no tendrá nuevas personas para infectar, lo que significa que los nuevos casos se secarán". Con eso creen que bastará, por lo menos hasta que lleguen al pico de la epidemia. Entonces sí sería el momento de sacar toda la artillería.

Las simulaciones que maneja el gobierno de Johnson apuntan a que el pico máximo llegará en 10 y 14 semanas. Vallance considera que si siguen tan pronto la vía del parón total se puede producir una "fatiga de autoaislamiento" entre la ciudadanía. Es decir, que las personas empezarán a escaparse a la calle justo cuando la epidemia se encuentre en su cénit. Estiman que, por ejemplo, aislar tan pronto al principal grupo de riesgo, los ancianos, se les pondría en "dificultades innecesarias". Por el momento piden a los ciudadanos que se laven mucho las manos y, a los que tengan síntomas, que se autoaíslen. Con estas medidas, considera Sir Patrick, se podría reducir el pico de casos un 20%.

Tampoco han desaconsejado suspender las reuniones masivas. "Es mucho más probable que las personas contraigan el virus de un miembro de la familia o un amigo en algún lugar de un espacio pequeño en vez de un gran espacio, como un estadio deportivo", dijo Sir Patrick en la BBC. Del mismo modo, no cerrarán las escuelas porque el COVID-19 afecta menos a los niños y, si los mandan a casa, argumentan los especialistas británicos, se incrementa el riesgo de transmitir la enfermedad a padres y abuelos. Además, enviar a los niños con sus padres obligaría a muchos trabajadores del sistema de salud a dejar el trabajo para cuidarlos.

Estrategia

La táctica de fomentar la inmunidad colectiva se aplica en enfermedades como el sarampión, donde un gran número de niños vacunados reduce las posibilidades de que la población general contraiga la enfermedad. ¿Pero qué pasa en una pandemia para la que, de momento, no hay vacuna? Este "Cobrexit" les parece alarmante a algunos especialistas. Por una parte, supone que aquellos que han enfermado quedarán inmunizados y no contraerán el COVID-19 dos veces y, en segundo lugar, se podrían aumentar los riesgos sobre el sector de la población que es la diana principal del coronavirus: las personas mayores con problemas de salud previos.

Cifras

Según indica "The Guardian", los cálculos de Sir Patrick Vallance, el principal asesor científico del Gobierno, esa inmunidad se alcanzaría cuando el 60% de la población enfermase. El porcentaje podría tener que elevarse al 70%. Esas cifras tan altas ponen de los nervios a algunos especialistas. "Me preocupa que hacer planes que supongan que una proporción tan grande de la población se infecte, y esperemos que se recupere e inmunice, no sea lo mejor que podamos hacer", declara Martin Hibberd, profesor de enfermedades infecciosas emergentes en la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres al mencionado rotativo británico.

Anthony Costello, pediatra y ex director de la Organización Mundial de la Salud, también recela de una estrategia que, a su juicio, entra en colisión con la de la Organización Mundial de la Salud. Cita a Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, quien dijo: "La idea de que los países deberían pasar de la contención a la mitigación es incorrecta y peligrosa". Costello subraya que la inmunidad de la población que buscan los británicos podría no durar. "¿El coronavirus causa una fuerte inmunidad colectiva o es como la gripe, donde surgen nuevas cepas cada año que necesitan vacunas repetidas? Tenemos mucho que aprender sobre las respuestas inmunitarias del virus".

El pensamiento de un premio Nobel de Economía está detrás de la estrategia del gobierno británico. En concreto, la "teoría del empujón" del estadounidense Richard H. Thaler, galardonado por la Academia Sueca en 2017. "Empujar" es cambiar nuestro comportamiento a través de la persuasión y la afirmación positiva. "En lugar de obligarnos a hacer cosas, empujar modifica los entornos en los que tomamos decisiones", explica Tony Yates, ex profesor de economía en la Universidad de Birmingham en un artículo donde cuestiona los efectos de la estrategia británica. El gobierno del Reino Unido tiene una "unidad del empujón", un equipo encabezado por David Halpern que lleva por nombre "Behavioral Insights". Estudia el comportamiento ciudadano para ayudar al Gobierno en su toma de decisiones. La oficina, creada en 2010, ya ha logrado algún éxito notable, como conseguir que haya más aspirantes a policías de raza negra o minorías étnicas. Son los que han recomendado no cerrar el país, por el momento, y sí fomentar la responsabilidad personal y el autoaislamiento para no causar esa "fatiga" del aislado que, supuestamente, llevaría a muchos a saltarse el cierre total en los momentos de pico de la epidemia. El experto David Halpern no ve tan claro el efecto del empujón positivo: "Las predicciones sobre la aparición de fatiga, a primera vista, parecen dudosas. Podríamos cansarnos de prohibiciones en grandes reuniones como conciertos, conciertos y eventos deportivos, o cierres de escuelas, pero no podremos eludirlas; y nada de lo que podamos hacer tiene la misma capacidad para evitar la propagación del virus en grandes cantidades a la vez. Y si somos propensos a la fatiga, ¿por qué depender de los consejos sobre el lavado de manos, que se pueden ignorar fácilmente?".

Las dudas que se abren no son pocas. Halpern concluye: "Los enfoques en el Reino Unido y el resto de Europa son muy diferentes, y ambos no pueden ser correctos. Los errores de un país se derramarán y tendrán efectos en otros. En ninguna parte será más claro que en Irlanda: al norte de la frontera irlandesa, las escuelas del Reino Unido están abiertas y los ciudadanos están siendo empujados a 'mantener la calma y lavarse las manos'. Al sur de la frontera, las escuelas están cerradas, y los 'empujones' no se consideran una respuesta suficiente".