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El virus pone en jaque a la industria textil de Galicia y obliga a cerrar las primeras tiendas

Inditex clausura toda su red en España - El confinamiento de Igualada y la situación en Portugal complican más la actividad - "Es insostenible con ventas nulas", avisa la patronal

Una tienda de Massimo Dutti en Vigo, ayer, cerrando las puertas a media tarde. // J. Lores

El sol se pone en el imperio donde incluso en plena doble recesión nunca dejó de ser de día. "No queda prácticamente nadie", comentaba ayer una de las últimas empleadas de Inditex en salir del cuartel general de Sabón (Arteixo) para trabajar desde casa dentro del plan de contingencia frente al coronavirus que la mayor textil del mundo ha ido ampliando a medida que avanzaba la enfermedad. Ni los departamentos "críticos" por su especial relevancia dentro de la cadena, ni siquiera aquellos puestos ligados más directamente al diseño, el patronaje y la confección de las prendas y que, a priori, lo tienen más difícil para desempeñar su ocupación en remoto, quedan al margen de las medidas. El holding encabezado por Zara lleva días mandando a buena parte de la pantilla a casa, sin el servicio de bus, con el gimnasio cerrado y el comedor en horario ampliado para evitar para evitar el riesgo de las concentraciones de gente en el corazón del grupo. Inditex, como el resto de empresas y la sociedad en su cojunto, se enfrenta a un escenario escepcional, que en el caso de la industria de la moda supone un jaque "de 360 grados", como apunta Alberto Rocha, secretario general de Cointega-Clúster Gallego Textil Moda. Las consecuencias del Covid-19 atacan al aprovisionamiento, la organización interna y las ventas.

Inditex, que hasta media tarde preveía un horario reducido de 10.00 a 18.00 horas y extremar los trabajos de limpieza y desinfección para su red de tiendas en España -con clausura provisional en las áreas de transmisión comunitaria-, anunció a última hora el cierre temporal de todas ellas "siguiendo la recomendación de las administraciones". Implica la clausura inmediata de 1.500 establecimientos; la cadena Cortefiel adoptó la misma decisión. También como "medida de prevención y compromiso con la salud pública" ante la pandemia, Adolfo Domínguez tampoco abre desde ayer en Madrid. El funcionamiento de las 188 tiendas repartidas por otras regiones se evaluará "día a día" por el comité de seguimiento de la crisis creado por el grupo capitaneado por Adriana Domínguez, si bien las declaraciones de emergencia sanitaria a nivel autonómico han alterado ya esta planificación. La orden en esta compañía es "teletrabajo en todas las áreas que sea posible" pensando tanto en evitar aglomeraciones de plantilla como en la conciliación de los trabajadores con hijos.

La compañía reforzará los medios en logística para "continuar atendiendo ininterrumpidamente" el canal de ventas online. De momento, y tras resolver algunos pedidos afectados por el estallido de la enfermedad en China, fuentes de la compañía aseguran que la producción está encauzada sin mayores problemas.Lo mismo sucede en Bimba y Lola, que destaca el incremento de la actividad online.

La Asociación Nacional del Comercio Textil, Complementos y Piel (Acotex) lanzó ayer un duro comunicado para reclamar "medidas urgentes". La situación del sector, denuncia la patronal, es "insostenible, con ventas prácticamente nulas". "Es una irresponsabilidad mantener las tiendas abiertas cuando las indicaciones de todas las administraciones a los ciudadanos es evitar salir a la calle", advierte. A la espera de cómo se concreta hoy la declaración de "estado de alarma", El Corte Inglés ha decidido echar el cierre a una parte de sus centros. El Covid-19 pilla al textil en la que podría ser una buena campaña de primavera-verano, con el negocio al alza por las altas temperaturas. Todo apunta a que las colecciones irán casi íntegras a las rebajas. En la dirección de las firmas de moda gallegas se trabaja con la previsión de que la crisis sanitaria provocará una merma del 40% de la facturación en la temporada.

"Hay una preocupación máxima", resalta Alberto Rocha. "La relación con la cadena de suministro -resume- está rota". De China, el primer epicentro del coronavirus, llegaron el pasado año 218 millones de euros en stock textil a Galicia. La cifra de importación desde Italia es algo superior, unos 220 milones de euros. Al golpe en el aprovisionamiento por ambos mercados se suma ahora la incógnita de lo que sucederá en Portugal, que declaró también el jueves por la noche el "estado de alerta". El vecino luso fabricó prendas para las empresas de la comunidad por valor de 272 millones. Por si fuera poco, las medidas de confinamiento en Igualada dejan en el aire la producción de cercanía de punto y cuero. "Vamos a ver muchos expedientes de regulación de empleo en el sector y situaciones muy delicadas, no tanto en grandes empresas, como en esos autónomos que, por ejemplo, se dedican con su furgoneta a repartir las prendas", teme Rocha.

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