Médico, comandante de vuelo, actor, productor y director de cine y teatro y, más recientemente, responsable de cocina en un restaurante en Buenos Aires. Gracias a su experiencia en líneas aéreas y su formación como doctor especializado en aeronáutica, Enrique Piñeyro sorprende con su ironía y en un original espectáculo que mañana trae a Vigo.

Hilarante, tranquilizador para los que temen volar e inquietante para los demás. El show "Volar es humano, aterrizar es divino" incluye en el escenario una cabina de avión a escala real y un gran despliegue audiovisual y se montará en el Teatro Afundación de Vigo (20.30 horas). A bordo el piloto, el copiloto y el ingeniero de vuelo, que encadenarán situaciones tragicómicas de la vida cotidiana.

-Ha llegado a Vigo pilotando su avión, ¿cómo ha sido el aterrizaje, en sentido literal y figurado?

-Bien, en sentido literal, aunque había poca visibilidad en Peinador.

-Llega por primera vez a Galicia, tras cosechar éxito en Madrid y luego en Bilbao.

-Sí, espero que sea parecido porque es un lenguaje un poco universal. Todos tenemos dentro a ese político, al periodista... y la gente rápidamente identifica quién es quién. A veces solo cambia el nombre, pero no la actitud. La contradicción del ser humano es la misma y el lenguaje, universal.

-Es usted un ser polifacético donde los haya...

-Yo creía que era un conflicto ocasional hasta que alguien me indicó si no tendría algún trastorno de atención. Me parece que está cerca de eso.

- Pero, ¿tiene algo de terapia para perder el miedo a volar, o es apta para fóbicos al avión?

-Yo les diría que pierdan el miedo a volar y que se aterroricen del resto. Lo realmente peligroso no es volar. Fíjate que hay parejas que no van en el mismo avión por temor a dejar a sus hijos húerfanos, pero antes se van en un taxi al aeropuerto y allí es donde se van a matar. Los accidentes de coche tienen casi a un millón y medio de víctimas morales al año pero, sin embargo, nadie tiene fobia a los automóviles. En 2017 nadie se murió a bordo de un avión de línea aérea, a pesar de haber 38 millones de vuelos y 4.000 millones de pasajeros. Son cifras demenciales. Y, sin embargo, se murieron 235 personas cazando Pokemon. Ordenemos nuestras prioridades con respecto a los miedos porque están muy mal enfocadas: los tiburones mataron a no más de 5 personas el año pasado.

-¿Por qué decidió trasladar su vocación a este otro ámbito?

-Es que siempre me pregunté ¿por qué no hacemos las cosas como en los aviones, pero en nuestra vida en superficie? La seguridad es tan apropiada y elegante dentro de un avión, que no entiendo por qué no la usamos en los tribunales de justicia, en los quirófanos, en los hogares. Es una metodología limpia. En la escuela te orientan a lo contrario: he pasado la vida intentando encajar alguna información, usar para algo los tres ríos más largos de España que aún sé de memoria desde los 12 años. Es un poco absurdo.

- A volar, a los tiburones... ¿qué más miedos habría que reordenar?

-Ahora, al coronavirus. No es un temor tan real. Si te pones a pensar los virus de la influenza mata a más personas en EE UU y nadie está escandalizado por ello. El índice de mortalidad es bajo y afecta a gente de avanzada edad, a personas inmunodeprimidas o con patologías de base.

- La alerta de pandemia de la OMS también ha tenido que ver.

-En efecto, pero el mensaje es una alerta de 'tengan cuidado', no de 'tengan miedo'. Es la profecía autocumplida: con el miedo, la gente se va a enfermar. "Los hombres encuentran su destino en los caminos que toman para evitarlo". Es una frase de "Kung Fu Panda 1" del maestro Shifu. (Risas) La verdad es que los cuidados contrafóbicos terminan poniéndote en una situación aún más vulnerable: acabas poniéndote un abrigo para dar los buenos días y pones un manchón húmedo [en alusión a al mascarilla] todo el día delante de la boca, que lo único que va a hacer. El virus no sobrevive fuera de las células en superficies secas. Si se cae en una mesa durará dos minutos. Pero si va en una mascarilla humedecida por exceso de uso, ahí va a hacer una colonia. La mascarilla debe ser un mecanismo de defensa de diez o quince minutos. Lávense las manos, nada más. Los mercados se desploman y es todo muy raro, pero nos queda una sensación de inmensa manipulación.

-Renunció a su cargo como piloto dejando por escrito una advertencia sobre la inevitabilidad de un accidente que ocurriría dos meses después, causando la muerte de 65 personas. ¿Le afectó a nivel personal?

-Siempre es muy desagradable saber que se va a matar mucha gente y luego verlo en cámara lenta. La impotencia y la frustración es sideral. Fueron llevados a juicio y lo pasaron mal durante diez años, pero finalmente los absolvieron a todos. Fue un fallo vergonzoso. Cuando te sientas frente al niño que fuiste, en mi caso yo le diría: te hice caso, soy piloto; me hice cargo de ti. Pero ver que la pasión de tu vida, el trabajo al que no renunciarías por nada se esfuma entre sus dedos cuando hay intereses superiores, es duro.

-Ha abierto otra faceta más social en Somalia.

-Nunca quise tener un avión privado, porque me parece como el narco con un Lamborghini para que todo el mundo le mire. Pero le encontré sentido. Todo comenzó en 2018, cuando fui como productor a Somalia a grabar un documental. Ahora colaboramos con ONG que vuelan a zonas expuestas con ayuda humanitaria.