La elección del cardenal Juan José Omella al frente de la Conferencia Episcopal (CEE) abre una nueva etapa en la Iglesia marcada por su voluntad de diálogo y colaboración con el Gobierno, a quien, sin embargo, pidió que trate a esta institución con "dignidad y respeto".

El arzobispo de Barcelona (73 años) era el candidato mejor posicionado para presidir la CEE (recibió 55 votos de los 87 emitidos) por la gran capacidad de diálogo y negociación que demostró en el conflicto catalán, durante el cual ha hecho numerosos llamamientos a la concordia, a construir puentes y a fomentar la convivencia. Incluso intentó mediar, sin éxito, entre Rajoy y Puigdemont en otoño de 2017, en plena crisis.

En su primera comparecencia ante los medios tras conocerse su nombramiento, Omella volvió a mencionar su voluntad de interceder y subrayó que su función al frente de la CEE será la de "buscar siempre los caminos de crear puentes, convivencia y fraternidad", especialmente en los temas más delicados.

La ley de la eutanasia, la reforma educativa que quita peso a la escuela concertada y a la asignatura de Religión, la fiscalidad de la Iglesia o la Memoria Histórica son algunos de esos temas "delicados" que el nuevo presidente de los obispos tendrá que abordar con el Gobierno.

Desde el Ejecutivo, no obstante, confían en que este nombramiento permita mantener las "habituales buenas relaciones" con la Iglesia y esperan que, cuando la agenda lo permita, se produzca una reunión entre la vicepresidenta primera del Gobierno, Carmen Calvo, y Omella.

En la misma línea, el arzobispo de Barcelona subrayó su voluntad de colaborar con todas las instituciones del Estado "porque estamos al servicio del bien común" y porque "todos nos necesitamos".

No obstante y al igual que su predecesor en el cargo, advirtió de que, aunque la Iglesia no quiere privilegios, sí demanda ser tratada "con dignidad y respeto, como se trata a todas las instituciones".

"Cuando hay voluntad de caminar juntos, podemos conseguirlo y, cuando queremos enfrentarnos, eso al final siempre produce heridas y mucho dolor, y eso no lo quisiera ni para el pueblo español, ni para la Iglesia católica", manifestó Omella.

En la votación Omella se impuso en segunda votación y por 55 de los 87 votos emitidos a otros "presidenciables", como el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz, conservador y próximo a Antonio María Rouco Varela, que obtuvo 29 votos, y al cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro; al obispo de Getafe, Ginés García Beltrán; y al obispo de Bilbao, Mario Iceta, con un voto cada uno.

No recibió ningún voto en esta segunda ronda, sin embargo, el cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, que sonaba en las quinielas como posible candidato.

Los perfiles más próximos al papa Francisco ganaron peso en estas elecciones con la designación del cardenal Carlos Osoro como vicepresidente de la Conferencia, un hombre que en numerosas ocasiones subrayó la necesidad de que la Iglesia se aleje de la política.