Carlos Alvar es catedrático de Literaturas Románicas Medievales de la Universidad de Alcalá de Henares y profesor en la Universidad de Ginebra.

- Tenemos la idea de la Edad Media como una época poco civilizada en la mesa.

-Sí, pero la Edad Media dura mil años, y en ese tiempo hubo mucho de todo. Pero, entre otras cosas, se comía con las manos, con los dedos, como hacían los romanos. En ese periodo, por el siglo X, XI, se introduce el tenedor. Es un elemento diferenciador y marcó una evolución. Pero hay que pensar que en la época actual volvemos a comer con las manos. No voy a decir que la fabada se coma con las manos, pero sí las hamburguesas, el pollo y las chuletitas de cordero. Ahora estamos ante otro cambio de civilización.

- ¿Fue revolucionario el tenedor?

-Ese cambio es muy vistoso, llama mucho la atención. Los romanos comían con las manos tumbados en el triclinio. Y los grandes autores del Renacimiento insisten en publicar libros de educación en ese sentido. Hay una larguísima tradición de normas para que la gente pueda vivir en sociedad en vez de vivir como pastores en el monte.

- La Edad Media da también imagen de oscurantismo e irracionalidad.

-Todo eso es verdad, pero volvemos a lo mismo. Civilizar a la gente ha sido un proceso muy largo. El hecho de que en nuestros días, por ejemplo, se insista tanto en el maltrato femenino algo quiere decir. Todavía hay algunos elementos en la sociedad que no han entendido cuál debe ser el comportamiento, que los demás son personas y merecen el respeto. La Edad Media era oscurantista para unas cosas y para otras no.

- Pero había más superstición.

-Científicamente, estaban mucho más atrasados que ahora. Para consolarme, pienso qué pensarán de nosotros dentro de dos siglos. La civilización consiste en ir conociendo cada vez con más profundidad lo que hay en el mundo.

- ¿Valoramos en España la literatura medieval?

-Hay de todo. Hay quien lo valora y quien no. Yo me quedé espantado cuando oí que un jovencito decía que El Quijote está sobrevalorado. El Quijote es de principios del XVII, pero hereda mucho de la Edad Media. Creo que sí se valora esa libertad que tenía para la imaginación.

- ¿Es partidario de poner al día el lenguaje de las obras antiguas?

-Sí. Soy partidario de ponerlas al día, incluido El Quijote, aunque hay colegas que me dicen que es un disparate. Pero una cosa es el cambio del lenguaje y otra el cambio de la civilización. Está escrito en una civilización anterior a la nuestra, en la que había un sistema de comportamiento y unas costumbres completamente distintas a las actuales. Eso es mucho más difícil de actualizar.

- ¿Se sigue leyendo El Quijote o es una obra que todos citan y nadie lee?

-La gente que lo lee ya tiene una preparación. Nos empeñamos en que El Quijote lo lean los niños y los jóvenes, pero no puede ser. La obra tiene que ser para iniciados. Vemos El Quijote en dibujos animados, y a los niños les gusta. Ahí tenemos una adaptación. Es como si les cuentan los grandes inventos en dibujos animados: están encantados, pero si intentan profundizar no pueden hacerlo porque no lo comprenden.

- ¿Está a favor de la lectura obligatoria?

-Soy poco partidario de obligar a la gente a nada cuando es madura. Pero de jóvenes hay que obligarlos a leer, porque es más difícil que jugar al fútbol. Hay que recomendarles obras, pero también hay que transmitirles interés por la lectura, y para eso es importante que los profesores lean. Y a veces no lo hacen. Yo en la carrera tuve que leerme de cada materia diez o doce libros. Ahora si pides que lean dos libros con cada materia se te rebelan, o se van a internet a buscar un resumen y no leen lo que se les manda.