Leyes para que no puedan alterar, ni utilizar nuestro cerebro. Suena a ciencia ficción, a distopía de película, pero es una realidad que podría darse muy pronto por los avances en neurotecnología que están descifrando los secretos de nuestra actividad cerebral. Lo advierte quien impulsó, precisamente, su investigación a través del programa 'Brain' de la administración Obama, el neurocientífico español y catedrático de la universidad de Columbia, en Estados Unidos. Por eso Yuste y otros 24 especialistas en neurociencia, derecho y ética de todo el mundo reclaman la inclusión de 5 'neuroderechos' en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de Naciones Unidas y un juramento tecnocrático de sus responsables, similar al de los médicos. Porque lo más urgente, dice, es proteger la privacidad mental. Pero, también, el derecho a la identidad personal y al libre albedrío ya que, tal y como está demostrando su equipo con ratones en laboratorios, se puede decidir por los roedores tocando los patrones neuronales necesarios como si fuesen notas de piano. También, se podrían aportar habilidades sobrehumanas a través de la inteligencia artificial, como el chip integrado que proyecta Elon Musk con 'Neuralink', financiada por Microsoft. Lo que haría necesario, asegura Yuste, un derecho de acceso equitativo a la neurotecnología para evitar una desigualdad aún mayor entre humanos. Un mundo en el que, también, sería necesario estar protegidos por los sesgos de los algoritmos. Una revolución de la que ya se dejan pistas sobre lo que se está haciendo, con investigadores en Rusia que ya son capaces, incluso, de reproducir las imágenes que vemos, sin verlas, y que se pueden reproducir, simplemente, por los impulsos eléctricos que se traducen de las ondas cerebrales. Más de 500 laboratorios en todo el mundo han entrado de lleno en esta investigación neurotecnológica. Chile quiere ser el primer país en incluir estos 'neuroderechos' en su nueva Constitución.