Sexi o sexista. He ahí la cuestión. Lo que para unos forma parte de la esencia carnal del carnaval, la transgresión, la provocación y la ostentación de la sexualidad, para otros supone una inaceptable perpetuación de los esterotipos de género más trasnochados. La segunda de las posturas se impuso hace unos días, cuando una gran cadena de distribución, Carrefour, anunció que retiraría algunos disfraces de mujer tras la protesta en Twitter de una periodista.

"Llega carnaval, esa época tan bonita en la que toda profesión será hipersexualizada en nuestra contra. Hilo de disfraces de Carrefour que me han hecho vomitar", publicó la periodista Ana Polo en su perfil de Twitter, con más de 23.000 seguidores.

En el citado hilo, la periodista denunciaba no solo disfraces de mujer supuestamente sexis o sugerentes -como el de "sexóloga" o el de azafata con ligueros-, sino otros que consideraba degradantes para la mujer, como el de granjera ("para hacer también de espantapágajos", dijo), el de agente del FBI o guarcia civil, sin escotes pronunciados y faldas a la altura de la rodilla. La respuesta de Carrefour fue inmediata: "Te informamos de que estamos despublicando este surtido de nuestra web. Disculpa cualquier molestia", contestó.

Como no podía ser de otra forma tratándose de Twitter, el debate estaba servido. Desde quienes apoyaron la retirada de los disfraces "horrorosos y cutres" hasta los que recordaron que, al igual que los de enfermeras y azafatas sexis, también hay disfraces sexis, cutres y disparatados para hombres: desde los clásicos de bombero (con o sin manguera) y policía hasta los "abuela exhibicionista" y "socorrista brasileña".