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Antonio Abril Abadín: "La ralentización se acaba y se combate con excelencia"

"Es una tragedia nacional tener la mayor tasa de sobrecualificación de egresados de Europa"

Antonio Abril. // J. C. Castro

El presidente de la Conferencia de Consejos Sociales de Universidades Españolas, Antonio Abril Abadín (Lugo, 1957), insiste en que la clave del desarrollo económico y social se basa, en gran medida, en el necesario acercamiento entre universidad y empresa. Abril Abadín apuesta también por cambiar la gobernanza en la universidad.

- ¿Por qué España cree poco en el poder transformador de la educación?

-España será en el futuro el resultado de lo que hoy sea capaz de invertir en educación. Insistimos en eso porque creemos que no existe esa convicción. Si preguntamos a cualquiera si cree en la educación, va a decir que sí, pero obras son amores y no buenas razones.

- ¿Esa falta de fe explica el déficit de financiación con respecto a las universidades del resto de países europeos y de la OCDE?

-Estamos entre un 20% y un 25% por debajo de las medias europeas y de la OCDE. Esto quiere decir que no apostamos realmente por la educación. Hay que tener muy claro que la educación es el gran poder transformador y de mejora de una sociedad. Si realmente tuviésemos esa convicción, invertiríamos más en educación, universidades y nos iría mejor a todos.

- ¿Qué es más insuficiente, la financiación pública o la privada?

-Las universidades públicas se financian mayoritariamente con transferencias corrientes de capital del sector público. La financiación privada es muy pequeña. Hay que mejorar la financiación pública y meterla, al menos, en porcentajes medios de las organizaciones con las que nos comparamos. También hay que mejorar la financiación privada, pero en este caso el planteamiento es distinto. Ahí lo que hay que mejorar es la relación universidad-empresa, la transferencia de resultados al sector productivo y, como consecuencia de eso, mejorar la financiación de las universidades públicas.

- Con un tejido productivo como el español, donde priman las pymes, ¿hay capacidad y margen de maniobra para fomentar la financiación y el apoyo más allá de las grandes empresas?

-Es verdad que el sector productivo ayuda poco porque tenemos muy pocas empresas grandes. Un 95% de las empresas españolas tienen menos de diez trabajadores y un 83% tiene menos de tres. Hay mucha microempresa y resulta muy difícil hacer economías de escalas para invertir en investigación y en transformación tecnológica. Precisamente por eso tenemos que conseguir que las universidades públicas, que hacen mucha y buena investigación con fondos públicos, sean ese gran laboratorio donde se genera esa investigación.

- ¿Qué pasos e incentivos se han dado para lograrlo?

-Tenemos que ser capaces de establecer mecanismos de traslación asequibles a ese sector productivo a pesar de su bajo tamaño y de la poca intensidad en sociedad del conocimiento y en nuevas tecnologías. Tenemos que orientar también la carrera curricular académica no solo a la publicación científica, sino también a la transferencia de resultados.

- En un entorno desfavorable marcado por un mercado laboral ineficiente, una estructura ocupacional menos intensiva y un porcentaje de sobrecualificación y desempleo entre los graduados muy superior a la media de la UE, ¿cómo puede el sistema universitario actuar como ascensor social?

-Hoy en día un título universitario no es, desgraciadamente, una garantía de empleabilidad adecuada a la titulación conseguida, pero mejora mucho las posibilidades. Lo que sí es un tema que en la Conferencia calificamos de tragedia nacional es que tengamos la segunda mayor cifra de paro de egresados universitarios de Europa y la mayor cifra de sobrecualificación de universitarios de Europa. Tenemos que corregir eso.

- ¿Qué es lo que se puede hacer para romper esa dinámica?

-El sector productivo debe sacar mucho más partido a la magnífica investigación que realizan las universidades. Tenemos que mejorar muchísimo esa cultura a través de mecanismos que permitan efectuar esa transferencia: parques científicos y tecnológicos, viveros de empresas, cátedras de empresas, doctorandos industriales...

- Quizás también haya que hacer una revisión de las titulaciones que ofertan las universidades.

-Es bueno que haya titulaciones cercanas a las necesidades reales de las empresas; pero no podemos convertir las universidades en fábricas de empleados, porque la universidad es mucho más que eso. La universidad tiene que formar a los estudiantes de una manera global, no solo en conocimientos determinados. Hoy que los conocimientos son temporales porque el mundo evoluciona a velocidad de vértigo, les tienen que enseñar a pensar, a mantener actualizadas sus capacidades y competencias.

- ¿España será capaz en algún momento de absorber la masa gris que forma?

-No puede ser que tengamos casi la mitad de los egresados universitarios en España, al cabo de cuatro o cinco años, en el paro o en un puesto de trabajo que no requiere titulación universitaria. Eso genera, evidentemente, una emigración del talento. El estudiante universitario lo que quiere es trabajar, con lo cual muchas veces tiene que irse al extranjero. El mero hecho de irse, entendido como movilidad del talento, no solo no es malo, sino que puede ser muy bueno porque hay toda una serie de competencias profesionales -mentalidad global o el uso de idiomas- que son difíciles de adquirir aquí. Pero el saldo es muy negativo, porque luego resulta que no atraemos talento. Estamos enviando mucho talento fuera y no estamos atrayendo en justa correspondencia.

- ¿Y de quién es la culpa?

-De todos. Lo que está claro es que necesitamos más empresa, mejor empresa y mayor empresa. Y para conseguir eso es fundamental que toda esa buena investigación que hace la universidad sepamos transformarla en economía productiva. Estamos generando un sistema de frustración y decepción del que somos responsables todos. Eso no puede ser.

- ¿Qué papel juegan los consejos sociales?

-Estamos configurados como órganos de control económico y presupuestario. Esa son las funciones regladas. Pero luego, además, tenemos una competencia abierta que es la tercera misión universitaria: precisamente la transferencia de resultados. Somos órganos de interrelación de universidad-empresa. Está en nuestra médula acercar la universidad y la empresa, orientar la gestión de las universidades hacia la empresa y convencer a las empresas de que la excelencia universitaria, si no forma parte de su modelo de negocio, sí debe hacerlo de su compromiso social.

- Mientras dure la ralentización, ¿cree que calará ese mensaje?

Contra la ralentización económica lo que hay que hacer es generar excelencia. Excelencia en la educación y excelencia en la empresa. Así se acaba y se combate la ralentización. El gran error de España en la crisis económica, a partir de 2007 y durante los años siguientes, fue reducir la inversión en educación. Si hubiéramos invertido más en educación y en transferencia y hubiéramos mejorado el tejido productivo a partir de una mejor ciencia e investigación, la situación económica sería hoy mejor, como han hecho otros países en Europa. Tenemos que apostar por esto.

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