Cela y Picasso eran "como dos gallos en un mismo corral, que se suelen manejar de manera difícil", pero en este caso, "de forma sorprendente e incluso casi difícil de explicar", la relación entre ambos "funcionó muy bien", según el hijo del escritor, Camilo José Cela Conde.

"Quizás la razón por la que se llevaron tan bien fue que eran dos personajes de enorme proyección y talento creativo, pero en dos parcelas diferentes", afirmó ayer Cela Conde en la presentación de la exposición en la que la Fundación Picasso en Málaga explora la relación entre ambos creadores.

Añade que su padre "jamás hablaba en su vida familiar de nada que tuviera que ver con cuestiones literarias", pero "otra cosa diferente es lo que supuso para él conocer a Picasso y a Jacqueline y lo que vino después tras ocho viajes a Francia" para visitar al pintor.

Como ha explicado el comisario de la exposición, Javier Pérez Segura, Cela llegó a Palma de Mallorca en 1954 y se convirtió en una "encrucijada o red de redes" que se plasmó en su revista "Papeles de Son Armadans", un "increíble espectáculo de distintas ideologías y tipos de arte". Allí se acercó "por atracción directa" a Joan Miró, al que le hizo "una entrevista muy divertida", y seguramente este artista fue quien le recomendó que conociera a Picasso.

El escritor se presentó en 1958 en Cannes sin permiso previo y allí tuvo que pasar por el preceptivo trámite de espera para ver a Picasso, "un hombre muy ocupado", apuntó.

Con la distancia del tiempo, a Pérez Segura le parece "lo más natural" que ambos fueran amigos, al compartir "un sentimiento muy peculiar de lo español, ser cosmopolitas, gustarles ciertas cosas a los dos y saberse reconocer mutuamente el genio creador", por lo que era "casi un destino inevitable".

Resalta que cuando empieza la relación en 1958, Cela "ya era un dios de la literatura, y ésta no era la típica visita de alguien desconocido que quiere hacerse famoso gracias a Picasso".Sin embargo, la "humildad" de Cela frente a Picasso fue "sorprendente", y el escritor confesaba que le había llamado la atención la "humanidad" del pintor.