Las energías renovables son imprescindibles en el futuro del planeta pero la fotovoltaica todavía representa apenas un 2,6% de la demanda eléctrica mundial. Los paneles solares de perovskita están llamados a ser la tecnología revolucionaria que permita su despegue e investigadores de todo el mundo persiguen la fórmula más eficiente. Después de trabajar con algunos de los más punteros en Oxford y la LMU de Múnich, Pablo Docampo (Redondela, 1985) lidera en la Universidad de Newcastle uno de los grupos a la vanguardia internacional para tratar de resolver algunos de los retos que plantea esta solución, como su estabilidad o la búsqueda de alternativas al plomo.
Hasta ahora, el silicio es el material más utilizado para la fabricación de paneles solares, pero la producción de perovskita es mucho más barata y sencilla. ¿Y qué es este material? Así se bautizó el mineral descubierto en el XIX en los montes Urales, pero hoy con este mismo nombre se designa a una estructura química cristalina conocida desde hace un siglo. Aunque no fue hasta 2008 cuando se utilizó por primera vez en una célula solar.
"La eficiencia del silicio es del 26% y la perovskita ya está a la par, al 23%. Se están empezando a realizar grandes inversiones en este campo y surgen muchas empresas en EE UU y China. En poco tiempo, empezará la comercialización. Además de una eficiencia similar con costes mucho más bajos, otra de las grandes ventajas a la hora de salir al mercado es que la perovskita se puede imprimir y permite fabricar materiales flexibles, en lugar de paneles rígidos, que se podrían extender por un tejado, por ejemplo", explica Pablo.
Su antiguo grupo de Oxford, liderado por Henry Snaith y con el que sigue colaborando desde Newcastle, ha creado su propia spin-off, con fábrica en Alemania. El redondelano, que estudió Física en la Autónoma de Madrid, trabajó allí durante cinco años. Hizo su tesis y después inició una etapa postdoctoral que a partir de 2013 continuó en la LMU de Múnich. Allí obtuvo una prestigiosa beca Marie Curie y colaboró hasta 2016 con Thomas Bein.
Durante esa etapa participó en un gran proyecto con financiación gubernamental que demostró la viabilidad del tándem de perovskita y CIGS -selenio de cobre, indio y galio- y que se tradujo en más de 30 artículos en revistas internacionales y 3 patentes. "Los tándems aumentan la eficiencia en la absorción de energía que ya tiene cada material por separado", apunta.
Gracias a este éxito le llegó la oportunidad de crear en Newcastle su propio grupo, de carácter multidisciplinar y que reúne a físicos, químicos e ingenieros. Colabora con varias empresas y no descarta impulsar su propia iniciativa de negocio en el futuro. Uno de sus proyectos actuales, financiado por el Gobierno británico, analiza estructuras de perovskita alternativas a la clásica en las que sustituye el plomo por plata y bismuto. Y otra de sus líneas de trabajo está relacionada con las propiedades optoelectrónicas de este prometedor material para desarrollar aplicaciones en fotónica.
También tratan de mejorar su estabilidad: "Se pueden introducir moléculas orgánicas que forman una especie de película y acabas obteniendo una especie de estructura de capas de perovskita y materia orgánica, a modo de lasaña, que es más estable y que además, al ser nanoscópica, tiene otras propiedades y efectos cuánticos muy interesantes".
Pablo, que está casado con una neurocientífica de Braga que conoció en Oxford, no está preocupado por la salida de Reino Unido de la UE: "Somos muchos investigadores extranjeros y pueden perder el 20% de sus profesores si no garantizan nuestra permanencia". Así que el regreso no forma parte por ahora de sus planes: "Aquí hay muchas opciones para la gente joven y más financiación para arrancar tu grupo".
