¿Cómo se le explica a un niño de preescolar qué es y qué mide un detector de rayos cósmicos? Juan Antonio Garzón, profesor titular y miembro del Instituto Galego de Física de Altas Enerxías (IGFAE), dependiente de la Universidad de Santiago de Compostela (USC), lo hizo este semana en Foresta, un espacio de aprendizaje activo en pleno corazón del monte, en Vincios (Gondomar). Su visita forma parte del proyecto de educación y sensibilización medioambiental que lleva a cabo este centro, creado en 2017 por iniciativa de dos vigueses, Noa Fernández, lingüista, y Jose Collazo, ingeniero.

El físico fue uno de los dos investigadores del la USC que viajó el pasado mes de noviembre en el buque "Hespérides" hasta la base científica española para instalar este detector de rayos cósmicos, "Tristan", en el observatorio de la base científica "Juan Carlos I" de la Isla Livingston, en la Antártida. Los rayos cósmicos son partículas que llegan desde el espacio y bombardean constantemente a la Tierra desde todas las direcciones. "Tristan" mide con precisión electrones y muones para estudiar la actividad solar y las condiciones de la atmósfera terrestre. "Cuando las estrellas mueren, emiten rayos cósmicos, que son núcleos atómicos de muy alta energía que cuando llegan a la alta atmósfera colisionan y producen miles de millones de partículas subatómicas, que son las que detectamos en la superficie terrestre. Al igual que los rayos X sirven para estudiar el cuerpo humano, los rayos cósmicos sirven para estudiar la zona por donde ha pasado el sistema solar", explica el científico.

El detector de rayos cósmicos "Tristan" ha sido desarrollado por la USC, en colaboración con la Universidad de Alcalá de Henares, el Laboratorio de Instrumentación y Física Experimental del Partículas de Coimbra (Portugal) y la empresa viguesa Hidronav, encargada del diseño de la electrónica.

Garzón se presentó ante ese auditorio tan especial con una careta de pingüino y cargado de breves vídeos a través de los cuales, los niños pudieron conocer cómo es una travesía por el Atlántico, cómo viven los científicos en la base española de la Antártida, qué trabajo desarrollan ahí, cómo es la fauna del continente helado e incluso pudieron probar su agua, ya que Garzón trajo muestras de agua del río, que emplean para su consumo, de mar y de un glacial. Poder tocar y probar el agua traída desde tan lejos llamó poderosamente la atención de los pequeños, que se apresuraron a que el físico les mojase las manos con ella.

Los niños tuvieron unas jornadas preparatorias sobre biodiversidad previas a la visita del científico. "Los niños tienen una capacidad brutal para entender ciertos conceptos", afirma Noa Fernández, cofundadora de Foresta,que el 14 de marzo celebra una jornada de puertas abiertas.