Silvia Congost pidió la colaboración del público y les animó a salir a compartir sus historias y mostrarse vulnerables. "Ser vulnerable no es otra cosa que atreverse a arriesgarse", incitó. Uno de los presentes contó que acaba de finalizar una relación, y fue su expareja quien decidió poner fin a la convivencia por pequeñas diferencias, pese a que él había puesto todo de su parte. La psicóloga coincidió con él en que cuando una persona nos quiere dejar porque ya no nos ama "no hay que luchar, sino aceptarlo, asumirlo y no obsesionarnos".

A otra mujer, divorciada hace año y medio pero todavía en fase de duelo, le recomendó que cortara todo contacto con su marido sin convertir a sus hijos en excusa, y empapelara su casa con tarjetas de "No me quiere, no me quiere". "En una semana se te ha pasado".

La psicóloga incidió en que si una pareja nos deja de amar y quiere dejar la relación, nos volvemos locos, nos obsesionamos, perdemos la dignidad y somos capaces de hacer auténticas locuras para impedir que esa persona nos deje: "Preferimos estar mal acompañados, e incluso sufrir, que estar solos. Para qué vamos a suplicar, para qué nos vamos a arrastrar y sin embargo lo hacemos, porque el cerebro tiene la función de mantenernos en vida y si identifica algo como un peligro de muerte tratará de evitarlo".

La soledad de los cuidadores de personas dependientes, la vulnerabilidad de una joven que no llora cuando sus amigas le cuentan problemas "porque hace años lloré lo que tenía que llorar", y una mujer que no tiene ni móvil ni wasap porque no quiere estar localizable veinticuatro horas a la que en su entorno consideran "rara" y es sometida a juicio constantemente, completaron las historias que el público compartió antes de iniciarse el coloquio.