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Ludwig según míster Xaime

James Rhodes abre gira en Vigo con un brillante homenaje a Beethoven

Un aspecto del público en el Teatro Afundación de Vigo. // José Lores

"Roll over Beethoven", o "darle la vuelta a Beethoven", se titulaba el éxito de Chuck Berry de 1956, una de las canciones fundacionales del rock and roll, luego interpretada por los Beatles y mil grupos más. En ella se expresaba el deseo de que el rock and roll sustituyese a la música clásica de Beethoven y Chaikovski. James Rhodes tampoco pretende darle la vuelta a la tortilla cultural. Sabe que si no puedes vencer al enemigo, lo mejor es unirte a él: adoptar una "rock and roll actitud", como diría Loquillo, para popularizar un legado que arrastra la injusta fama de ser aburrido y solemne. El británico se enfrenta al titánico desafío de interpretar tres sonatas de Beethoven en jersey, vaqueros y zapatillas deportivas, como si el virtuosismo fuese algo de andar por casa. Aunque no lleve frac, podemos imaginar la ingente cantidad de estudio y ensayos que hay detrás de una exhibición de memoria -nada de partituras-, talento musical y prestidigitación pianística como la de anoche en Vigo.

Un público muy heterogéneo -no exactamente el que compra la temporada de abono de música clásica de la sala- abarrotó el Teatro Afundación para presenciar el inicio de la nueva gira del famoso pianista y escritor británico, que se presentó con un "¡boas noites, Vigo!", habló en un casi perfecto castellano y gallego, tacos incluidos, y recordó la "morriña" que había sentido antes de volver a esta "fermosa terra".

Tras los cinco minutos de cortesía española -que se impuso a la estricta puntualidad británica-, el concierto arrancó a las 20.35 con el Preludio en si menor de Bach. "Sin Bach no hubiera habido Beethoven", recordó Rhodes, que calificó al compositor del que se conmemora este año el 250 aniversario como su héroe. "Bach es el abuelo, pero Beethoven es el puto amo", bromeó, provocando las risas del público, y comparó a Beethoven con Goya no solo por la sordera de ambos, sino también por la obsesión común por "explorar sus mundos interiores". Así, ejecutó la Sonata N.º 15 en re mayor Op. 28, "Pastoral", cuyo ritmo -explicó- sigue el latido del corazón de un Beethoven ya afectado por la sordera.

Siguió con la Sonata N.º 27 en mi menor Op. 90, cuyo segundo movimiento identificó con "la conversación con una amante", por su belleza, pasión y romanticismo.

Y terminó el programa con la Sonata N.ª 21 en do mayor, Op. 53 "Waldstein", su favorita, "un milagro y un monstruo para los dedos", dada su dificultad técnica. "Waldstein era un tipo increíblemente rico", contó. "Le dijo a Beethoven: tú enfócate en el piano y yo te pago todo. Por cierto, si hay alguien aquí... (risas). Vigo es un poco más pijo que A Coruña, ¿no?", ironizó.

Dos bises sirvieron para dar las gracias (perdón, "grazas") por las prolongadas ovaciones de un público entregado, entre el que se encontraba el gaitero vigués Carlos Núñez, que al término del concierto acudió a saludar a Rhodes.

La última pieza fue la "Noche de primavera" de Schumann, que interpretó dejando ver con orgullo la camiseta de Vigo que viralizó la presentadora Carlota Corredera.

Si al principio del concierto James Rhodes había expresado su amargura por el recién consumado Brexit ("solo tengo una cosa que decirle a mi país: hasta luego, Mari Carmen"), solo podemos despedirle con un "deica logo, Xaime". Quizá el Reino Unido no vuelva a la Unión Europea, pero Rhodes volverá a Vigo. Lo saben hasta en las casas de apuestas británicas.

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