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Tomás Teijeiro Campo - Ingeniero informático

"Quiero volver para demostrar que invertir en ciencia merece la pena"

El ingeniero informático trabaja en la Escuela Politécnica Federal de Lausanne en sistemas y dispositivos para monitorizar la salud

El ingeniero informático lugués Tomás Teijeiro, en el campus de la EPFL, en Lausanne.

Su actual jefe, el español David Atienza, le ofreció una plaza en la prestigiosa Escuela Politécnica Federal de Lausanne (EPFL) tras imponerse en el reto Computing in Cardiology, que cada año lanza un desafío a la comunidad científica internacional. Fue "la prueba de fuego" para el método de interpretación de electrocardiogramas mediante inteligencia artificial desarrollado por Tomás Teijeiro (Castro de Rei, 1987) en su tesis doctoral. Y junto con sus compañeros del Centro Singular de Investigación e Tecnoloxías Intelixentes (CiTIUS) de la USC se impusieron a cerca de un centenar de equipos de todo el mundo para la detección de una arritmia particular.

"La novedad de nuestro sistema es que la máquina es capaz de realizar un razonamiento abductivo, más relacionado con la forma de pensar de los médicos. Y al contrario de los más utilizados hoy en día, basados en redes neuronales y modelos de clasificación, puede considerar diferentes hipótesis explicativas al mismo tiempo. Y esto hace que sea un razonamiento más robusto", explica el ingeniero informático lugués.

Además también es capaz de eliminar el ruido en entornos no hospitalarios para los que fue concebido, puesto que cada vez es más frecuente el uso de dispositivos wearables como pulseras o relojes para monitorizar diferentes parámetros de la salud del usuario.

Precisamente, el Laboratorio de Sistemas Integrados que dirige Atienza, premio DAC 2016 a innovadores con menos de 40 años, entre otras distinciones, está especializado en internet de las cosas y desarrollos tecnológicos con aplicaciones médicas y en otras áreas y con un bajo coste energético.

Entre los trabajos desarrollados por el grupo figuran unas gafas para monitorizar la epilepsia o una chaqueta para pilotar drones mediante el movimiento del torso, que ya se ha comprobado que resulta mucho más intuitivo que un joystick. Y recientemente una conocida marca lanzó al mercado una máquina de café inteligente que reconoce los gustos del consumidor y le hace recomendaciones para probar sus cápsulas.

"Se ha avanzado mucho en la miniaturización y la eficiencia energética, pero menos en la parte del análisis. Ahora mism estoy trabajando en un proyecto relacionado con la adquisición de bioseñales bajo demanda. Es decir, un muestreo asociado a eventos en lugar de que el dispositivo esté tomando datos de forma continua, lo cual no tiene sentido. Esto rebajaría la cantidad de información que tiene que ser transmitida y aumentaría la duración de las baterías, por lo que se podría reducir el tamaño de los dispositivos sin afectar a los resultados", destaca.

En todas estas investigaciones, el grupo colabora con empresas y también con el ámbito médico: "La EPFL está muy enfocada a la aplicabilidad directa y tiene mucha relación con la industria. Nosotros trabajamos con compañías y también con el Hospital Cantonal de Lausanne, que nos proporciona los datos y el conocimiento clínico necesario para desarrollar nuestros métodos. La cooperación es constante".

Tomás se incorporó en el verano de 2018 a un grupo integrado por estudiantes e investigadores de hasta 15 países -"Es muy interesante conocer diferentes culturas y formas de trabajar"- y en el que utiliza el gallego, su lengua habitual y cuyo carácter global reivindica, para comunicarse con los brasileños.

"Somos unas 40 personas y fomar parte de un grupo tan grande siempre ayuda a trabar amistades. A pesar de lo que cuesta acostumbrarse a otro país y al idioma, en este caso, el francés, la calidad de vida es buena. Y en cuanto a belleza poco más se le puede pedir. Eso sí, en la comida les llevamos mucha ventaja"; bromea el científico de la comarca de Terra Chá.

No es éste, sin embargo, el motivo por el que el regreso forma parte de sus planes de futuro. "La apuesta de Suiza por la investigación es fuerte y en la EPFL hay muchos recursos. Es uno de los mejores lugares en los que podría trabajar. Pero tengo claro que tengo cierta deuda con la sociedad gallega y española. Vine a formarme para ser un científico mejor y quiero volver para demostrar que invertir en ciencia merece la pena. Hay que hacer ver que es una apuesta que tiene réditos aunque ya existen pruebas más que suficientes en otros países de que compensa".

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