Investigadores del Centro Singular de Investigación en Medicina Molecular y Enfermedades Crónicas (CiMUS), de la Universidade de Santiago de Compostela, han participado en la mayor secuenciación de exoma -la parte funcional del genoma- del trastorno del espectro autista (TEA) a nivel internacional. Han logrado identificar 102 genes de riesgo relacionados con el autismo, un trastorno con un importante componente genético, de los cuales 31 son genes de riesgo novedosos, detalla el Cimus en una nota de prensa.

De estos 102 genes, "49 muestran frecuencias más altas de variantes disruptivas de "novo" en individuos determinados por retraso del desarrollo neurológico grave, mientras que 53 muestran frecuencias más altas en individuos con TEA; y se ha evidenciado que la comparación de casos de autismo con mutaciones en estos grupos revela diferencias fenotípicas", añade el comunicado.

La eminencia científica gallega Ángel Carracedo dirige el grupo Genomics and Bioinformatics del CIMUS. Este ha colaborado como parte del Consorcio de Secuenciación del Autismo en este estudio publicado en Cell que implica el análisis de 35.584 personas, 11.986 de ellas con autismo.

A raíz de este estudio, en el que ha participado también el Hospital Gregorio Marañón de Madrid y la Fundación Pública Galega de Medicina Xenómica (IDIS) y que cuenta con pacientes gallegos incluidos en la muestra, gracias a la colaboración de las asociaciones de pacientes con TEA de Galicia y la Fundación María José Jove; se han correlacionado los hallazgos genómicos con datos de expresión a nivel de la corteza cerebral, lo que demuestra que numerosos genes asociados al trastorno se encuentran en neuronas maduras excitatorias o inhibitorias, lo que se relaciona con el fenotipo de los pacientes.

El análisis de la secuenciación del exomas ha evidenciado que las neuronas excitatorias tempranas y las interneuronas del cuerpo estriado son las más enriquecidas en TEA; y las únicas que no están enriquecidas significativamente son las células progenitoras de oligodendrocitos y astrocitos.

El profesor Carracedo señala que "todos los genes implicados en el proceso tienen papeles funcionales convergentes y patrones de expresión en la corteza cerebral. La hipótesis razonable que manejamos es que puedan interactuar y contribuir de forma asociada al riesgo de desarrollar la enfermedad".

Esta contribución internacional al conocimiento de los mecanismos genéticos y funcionales asociados al TEA abre una nueva vía para entender mejor sus causas y posibilitar en el futuro aproximaciones terapéuticas personalizadas.