Ahora que se han apagado las luces de Navidad más mediáticas de España, las de Vigo, la ciudad del Sireno se contenta con la iluminación coloreada y los chorros de agua de la rotonda del mítico barrio de O Calvario. Frente a esas fuentes, se encuentra un instituto de enseñanza secundaria. En la parte opuesta, una casa de apuestas En el mismo barrio, casi enfrente de una tienda de comics, camino de la Escola de Idiomas y puerta con puerta con una biblioteca, surge un salón recreativo que utiliza como reclamo una pantalla sobre la acera con animaciones e imágenes de deportes.

Las casas de apuestas y salones de juego se han disparado en Galicia, al igual que el insoportable bombardeo publicitario de las mismas o de las apuestas online en la televisión, taladrando la mente.

Como resultado, "crece el número de personas que juegan, pero también el de jugadores con problemas derivados del juego". Lo asevera en su último informe la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), que cuenta con el apoyo de la Fundación Reina Sofía.

El estudio lleva por título "Jóvenes, juegos de azar y apuestas. Una aproximación cualitativa" y en él se han estudiado las respuestas de jóvenes y expertos sobre la adicción al juego.

Entre sus observaciones, llama la atención la "permisividad" existente en algunos hogares ante este problema.

"En España, en los entornos familiares, está naturalizado jugar ocasional o habitualmente a determinados juegos "tradicionales"(loterías, quinielas, bingo?). Para algunas personas, supone un caldo de cultivo", recoge el estudio.

De ahí, que se tenga "la sensación de que los padres no son conscientes del peligro que esto tiene". De hecho, "cuando sus hijos les hablan de apuestas o juego se ve "como algo divertido", recoge la investigación de FAD.

Resulta curioso que una sociedad como la gallega, que pagó con sangre y dolor, en los 80 y 90 las consecuencias del narcotráfico y la drogadicción no ponga trabas al Nuevo Reino de las Apuestas a pesar de que el juego engancha.

"Mientras sí existe una clara percepción (por lo menos desde la teoría), de los riesgos de la adicción al móvil y a la tecnología, no se produce tanto en relación a los hábitos concretos que tienen lugar con el juego y las apuestas", apunta el informe de FAD. El estudio va más allá y subraya que "el control parental es escaso y suele quedar reducido al aspecto económico", en alusión al gasto de dinero.

Un psicólogo consultado para la investigación alerta de que "ha cambiado mucho el perfil del juego. Anteriormente, hace 8 años, el 70% de los usuarios venía por máquinas tragaperras. [?] Ahora, cada vez está viniendo gente más joven. De hecho, creo que ahora un 20% de los usuarios que atendemos son menores de 25 años y han empezado en edades tempranas, 16, 17 años".

¿Y qué dicen los jóvenes afectados? Una de las encuestadas, entre 22 y 24 años de edad, reconoce que la semana anterior a la encuesta se había olvidado de recoger a su sobrino en el colegio por estar jugando: "Llegué media hora tarde pero podrían haber sido dos horas; no te das cuenta". En el informe, se explica que los jóvenes "reconocen que en las salas de juego se pierde la noción del tiempo" y que ven "jugar como una actividad que llena las horas muertas".

Otro factor de riesgo además de la abundancia de tiempo libre, es el ansia de ganar dinero fácil y divertirse en un grupo de pares, mezclado en la coctelera emocional con las ansias de distracción y evasión de las dificultades sociales, personales o familiares.

En cuanto a los límites, a la hora de jugar, "se entienden en términos económicos, se deja de jugar y apostar cuando se acaba el dinero". "Apuesto mientras tengo dinero", indicó uno de los jovenes, aunque otros reconocieron que incluso han apostado dinero que no era suyo: "Hubo un punto de inflexión en mi relación con la ruleta. Me dedicaba a vender entradas para una fiesta. Tenía 15 años y 100 euros. Al final, gané cinco porque había perdido los restantes 95... Perdí el dinero que en cierta manera no era mío. Salí diciendo "¿Qué acabo de hacer?".

Por ello, jóvenes afectados de lleno o con una incipiente ludopatía, así como expertos demandan campañas que hagan hincapié en las consecuencias negativas y riesgos del juego, a semejanza de las ya existentes para el consumo de drogas o accidentes de tráfico.