La sucesión de declaraciones y desmentidos tras la noticia de la publicación de un libro entre Benedicto XVI y el cardenal Robert Sarah en el que se defendía el celibato parece haberse zanjado con la petición del Papa emérito de eliminar la firma y su foto del volumen. El nuevo libro firmado por Benedicto XVI y Sarah, uno de los principales líderes de la facción conservadora que critica cada movimiento de Francisco, fue considerado por algunos una injerencia y presión al papa argentino ante la próxima decisión que tendrá que tomar sobre la propuesta de ordenar a hombres casados surgida del reciente Sínodo sobre la Amazonía.

El volumen, titulado "De profondeurs de nos coeurs" ("Desde lo profundo de nuestro corazón") estaba previsto que se publicase hoy y llevaba en portada los nombres tanto de Benedicto XVI como de Sarah y la foto de ambos.

La polémica fue aumentado cuando el lunes algunos medios, entre ellos el "Corriere della Sera", publicaron una exacta versión filtrada por una persona que no quiso identificarse y que se definió cercana al pontífice emérito en la que se aseguraba que "Benedicto XVI no ha escrito el libro a cuatro manos con el cardenal Sarah" y que se trata "de una operación editorial mediática, de la que Benedicto no quiere formar parte". La misma fuente explicaba que el papa emérito "sólo puso a disposición de Sarah un texto sobre el sacerdocio que estaba escribiendo" y que "no sabía nada de la portada de un libro, ni la había aprobado".

Estas declaraciones provocaron la dura reacción de Sarah, prefecto de la congregación del Culto Divino, que en Twitter aseguró que acusarle de mentir eran "difamaciones de una gravedad extrema" y publicó tres cartas con la que quería probar la colaboración con el pontífice emérito.

Después, el secretario de Benedicto XVI y su persona de máxima confianza desde su renuncia, el arzobispo George Gaenswein, aseguraba que el Papa emérito "nunca aprobó ningún proyecto de un libro con doble firma" con el cardenal Sarah.

Para algunos, este caso se ha vuelto a tratar de un intento de manipular a un frágil Benedicto XVI, que en abril cumplirá 93 años, por el área más conservadora de la Iglesia y enfrentada a Francisco.