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Fortes: "EE UU con 20 colonos montó el western y nosotros no hacemos épica de la diáspora"

"Nuestra gran épica es la emigración, que transformó América y Galicia, pero no escribimos sobre ello", afirma el militar

Público que asistió ayer al Club FARO, en el salón de actos del MARCO. // Ricardo Grobas

"Yo vengo de una gran familia de oradores y para mí, la historia universal fue durante mucho tiempo la historia familiar". Así se refirió a los relatos sobre su familia y su aldea que le contaron sus abuelos siendo un niño, el coronel del Ejército e historiador Xosé Fortes, miembro fundador de Unión Militar Democrática (UMD), una organización clandestina fundada al final del franquismo que pretendía extender las ideas democráticas en el ejército. Fortes (Caroi, Pontevedra, 1934) fue procesado y condenado a cuatro años de prisión por conspiración a la rebelión, y expulsado del Ejército, al que se reincorporaría en 1987 con el grado de coronel.

Fortes, que años más tarde, en 2010, recibiría la medalla del mérito militar en reconocimiento a su labor en defensa de las libertades, recoge ahora su infancia y su primera juventud en "A rienda suelta" (Ediciones del Viento) a modo de legado para sus nietos. "Pensaba que había llevado una vida plena, pero un día me vi colgado de un gotero y con un pronóstico de meses y me di cuenta de que había contado muchos cuentos de piratas a mis nietos, pero nunca les había contado nada sobre mi vida tal y como hicieron conmigo mis abuelos", explicó el invitado del Club FARO, que fue presentado por Eduardo Riestra, editor, y Xavier Castro, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Santiago de Compostela (USC) en el salón de actos del MARCO. Entre el público que llenaba la sala, se encontraba su hijo, el periodista de RTVE Xabier Fortes.

Según Fortes, este libro es una especie de "postdata" de su vida después de haber saldado su deuda con su aldea, con Pontevedra, la ciudad donde estudió el bachillerato y con su profesión, la militar, con sus obras anteriores. Solo le quedaba, pues, plasmar su propia historia. Por primera vez, escribía una obra que no era ensayo y empleaba la primera persona, algo que, reconoció, le costó al principio. "Tuve que ponerme la lámpara de minero para no mirar más allá de lo que había", dijo.

Y para ello, Fortes se decidió por el formato épico, un formato elegido con toda la intención. "A Galicia le falta autoestima y sentido épico. Los americanos, con unos 20 colonos, que siempre llevaban detrás el Séptimo de Caballería, hicieron toda la épica del western. Nuestra gran épica es la emigración, que transformó América y Galicia, porque los retornados fueron los que crearon las primeras escuelas, las sociedades agrarias y los cementerios laicos, pero no escribimos sobre ello. En este sentido, habría que recuperar el sentido épico que Galicia merece", abogó el conferenciante.

Este libro de memorias, que prologa su hija, la escritora Susana Fortes, es también un homenaje a sus compañeros de escuela, a sus profesores "y a esa Galicia que se esta muriendo". Sus páginas dibujan, por tanto, explicó, una geografía rural, la de aquella Galicia sin luz ni coches, la de las ruecas, telares y guadañas, de caballos salvajes y forajidos, pero también urbana, ya que con diez años su familia se trasladó a Pontevedra, donde estudió y donde descubrió el cine a través del western. "Y uno es de donde estudia el bachillerato", afirmó. También allí se convirtió en lector gracias, entre otras, a la biblioteca municipal, donde conoció los "libros prohibidos" como las obras de Voltaire.

Y por último también, una geografía militar, ya que recoge sus años en la academia militar de Zaragoza.

Fortes contó algunas anécdotas de su infancia en Caroi e hizo gala de tener una memoria casi prodigiosa al nombrar hasta a los maestros que le dieron clase cuando aún vestía pantalones cortos. Reconoció también sus miedos de niño. El mayor, reconoció, era llegar a convertirse en otra persona distinta de la que era, algo que descubrió cuando sus padres le encomendaron a una santa que tenía el don de convertir a los niños traviesos en buenos. "Mi mayor temor era convertirme en otra persona", reconoció el conferenciante, quien añadió que él siempre luchó por vencer sus temores. "El miedo es el peor compañero que uno puede tener en la vida porque no te permite ser libre. Luchar contra el miedo es luchar por ser libre", aseguró.

De Caroi dijo que era una aldea tan pequeña que no tenía ni cura. El sacerdote venía cada quince días. "Pero allí no se adoraba al Dios de la Biblia, sino al Dios del clima, al que hacía llegar las lluvias o lucir el sol. Hasta los ateos creían en él", dijo Fortes.

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