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Los sefardíes turcos se hacen portugueses

Lamentan que España les obligue a dominar el español - Turquía tiene la segunda comunidad más grande de hablantes de ladino - Crece el antisemitismo en Estambul por la política israelí

// K. S.

Asentados durante más de cinco siglos en los extensos territorios del antiguo imperio otomano, muchos descendientes de los sefardíes expulsados por los Reyes Católicos renuncian a la nacionalidad española y se hacen portugueses. "No saben hablar el español actual y este es uno de los requisitos que exigía España durante el proceso abierto para solicitar la nacionalidad", lamenta Karen Sarhon, presidenta del Sentro Sefaradi de Estambul donde reside la segunda comunidad de hablantes del ladino más grande del mundo. Portugal no impone a estos judíos conocer su lengua para obtener por carta de naturaleza el pasaporte luso.

El 96 por ciento de los 15.000 judíos que residen en Turquía son sefardíes, descendientes de aquellos expulsados en 1492 que llegaron en barcos a Edirne, capital hasta 1453 del imperio otomano. Algunos recalaron primero en Italia o Portugal hasta que apareció la Inquisición. Otros se fueron a Inglaterra, Holanda, Palestina, al norte de África, Grecia y hasta al Nuevo Mundo descubierto el mismo año de la expulsión.

"Siempre vivieron añorando a su amada Sefarad y transmitiendo ese cariño de generación en generación", asegura Sarhon en las X Jornadas Sefardíes recientemente organizadas por la Fundación San Millán de la Cogolla, donde rememoró los avatares de aquel éxodo que llevó a Turquía y a la zona de los Balcanes a numerosos emigrantes judeoespañoles llegados con sus variados acentos, dialectos y costumbres a un imperio que protegía a las minorías. "Cada uno hablaba como lo hacía en las diferentes regiones de España, luego arribaron los portugueses y los italianos y así nació el judeoespañol influido también por el griego y el turco", explica Karen Sarhon, quien obtuvo la nacionalidad española en 2015 junto a otros 5.000 turcos de origen sefardí. Ella luchó sin éxito para que España aceptase un examen de ladino y no de español moderno. Los menores de edad y mayores de 70 años lo consiguen sin esa prueba pero el resto ha optado por mirar a Portugal y renunciar a su deseada nacionalidad española. "El pasaporte de los dos países es muy valioso porque es el de la Unión Europea", justifica esta experta en la cultura sefardí que publica cada mes 'El Amaneser', la única revista en judeoespañol del mundo, y canta desde hace más de 40 años con el grupo 'Los pasharos sefaradis' melodías recogidas de sus ancestros españoles.

Sarhon creció en Estambul con la sonoridad del agonizante judeoespañol de su familia. El declive de esta lengua comenzó en 1860 cuando las élites judías adoptaron el francés auspiciado por la Alianza Israelita Universal para comunicarse en el imperio otomano. Con la fundación de la república turca en 1923, los sefardíes decidieron que ya era hora de aprender el turco que hablan aún con un marcado acento español. En 1928, con la revolución de Mustafa Kemal Ataturk, se reformó el alfabeto, se perdió el rashi y el solitreo adaptado a letras hebreas, y se impuso el latino. En 1970 el ladino estaba tocado de muerte pero Karen Sarhon y un grupo de amigos decidieron reanimarlo.

"A principios del siglo XX vivían en Turquía más de 250.000 sefardíes", explica, que se fueron marchando, sobre todo, a Israel donde más de 100.000 judíos conservan aún el ladino. En Turquía las cosas han cambiado desde la llegada al poder de Tayyip Erdogan, un musulmán ultrarreligioso que si bien ha permitido la apertura de nuevas sinagogas en el país las ha rodeado de grupos antisemitas que utilizan la dureza de la política israelí con Palestina para atacar sin piedad como represalia a los judíos de cualquier parte del mundo.

"Nosotros somos turcos", se defiende Sarhon para desmarcarse de las acciones israelíes en Oriente Medio, mientras prepara la próxima edición de 'El Amaneser' para insuflar oxígeno al ladino.

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