No nos engañemos: el éxito tan abrumador de "Frozen" sorprendió a todo el mundo. Incluidos sus responsables. No dejaba de ser una estilosa y bulliciosa mezcla de peripecias guerreras, risas y algunos pellizcos para dar algo de miedo a la chavalería. En fin, una fórmula muy Disney en trazos generales con una banda sonora rumbosa y unos personajes dibujados con indudable pericia para hacerlos entrañables, más si cabe por el contraste con los elementos más oscuros de la trama. Seis años después, la muy esperada continuación ha perdido, como era de esperar, su capacidad de sorpresa, y suavizado algunos aspectos interesantes, lo que la hacen más inocua y menos osada, acercándola sin miramientos al terreno de la aventura pura y dura.
El resultado es indudablemente espectacular y entretenido, pero las canciones son bastante inferiores y el exceso de acción desbocada termina por enfriar el encanto de la historia.
