Al igual que las personas, las empresas tienen también una esperanza de vida. Se mide con el TTT, el time-to-tomb (el tiempo hasta la tumba), un indicador siniestro en su denominación, pero valiosísimo en el caso de las startups, que rondan de media entre uno y dos años. En las grandes compañías va hasta las dos décadas. El TTP es, como lo presentó el empresario y comunicador Pau Garcia Milà, durante un taller dentro del foro organizado por BBVA y FARO DE VIGO, "un primo del TTT", que sirve para desvelar lo que tarda una firma en sacar un prototipo innovador al mercado. Y ahí las cosas se dan la vuelta. Mientras las empresas emergentes son raudas y veloces, "en las de mayor tamaño hay tantos procesos internos que voy a tardar de uno a dos años". Por eso la primera etapa de la innovación es "hacerse la pregunta correcta".

Con el ejemplo del futuro de la automoción, el ganador el primer premio de Innovación concedido por la premio Fundación Princesa de Girona cuestionó las respuestas que podría dar el comprador de un vehículo autónomo ante una incómoda situación: cuatro niños en el medio de la carretera sin posibilidad real de freno. ¿Atropello o evitarlo con un giro que implica el choque contra un puente y la muerte de un conductor de mediana edad con algunos problemas de salud? La inmensa mayoría de los participantes lo tuvo muy claro. Triunfó la segunda opción. "¿Y si en el coche viaja el conductor, su pareja y tres niños con las mismas edades? Ahí está la importancia de las preguntas", incidió.

Las pasiones personales, admite, son "díficiles" de juntar con lo laboral. Pero son igualmente un punto fundamental de la gestión empresarial, en su opinión. "Si en una compañía hay muchos aficionados por el fútbol, se crea un equipo y se les apoya, a lo mejor cuando aparezca una oferta laboral con un incremento del 5% o el 10% del salario, el trabajador prefiere quedarse porque ahí están también sus amigos", señala.

Una sensación de pertenencia que se parece mucho a lo que puede despertar el fracaso o el éxito a la hora de llevar adelante una tarea. La innovación lleva tiempo, habitualmente mucho. Y el riesgo de fallar es enorme. "Pero si tardas un día en probar algo, hay más opciones para probar y mayor probabilidad de éxito", señala, con un consejo a "cambiar la perspectiva del equipo de innovación para crear no solo una vez al año". Porque la velocidad, sí, "al final es algo muy clave", pero sin olvidar el sector en el que se trabaja. No es lo mismo la industria farmacéutica, donde un medicamento puede tardar 20 años, que una firma de marketing digital, que saca algo en una semana. "Algo no cambia, y es que se puede hacer más rápido que antes. La farmacéutica bajar de 20 a 19 años, y tendrá una ventaja en el mercado; y en marketing, de una semana a cuatro días -valora-. La velocidad sobre nosotros mismos y la industria en la que trabajamos, sin obsesionarnos, es algo más importante que el propio resultado". Para no perderse en el camino, Pau Garcia Milà, que fundó con 17 años su primera empresa, ofrece la brújula de la innovación, apuntando siempre a "analizar, idear, prototipar y testear".