"No me considero un héroe; solo soy una persona que ha sabido gestionar su suerte; quizás sí, alguien que inspira", reconocía ayer en Vigo Miguel Gane a las preguntas de algunos de sus seguidores. También aludió a la gran enseñanza que extrajo de la aventura migratoria de sus padres, hace ya 21 años: "ellos me han enseñado a ser valiente". De hecho, el abogado decidió abandonar su trabajo como letrado experto en propiedad intelectual por su carrera literaria. "Aquello causó un pequeño drama familiar", reconoció Gane. Aún tuvo tiempo de recitar los versos de "Inmigrandes", uno de los poemas. (que finaliza "lo que podría ser una posibilidad de acierto/se ha convertido/ en el tiro más certero del mundo").

"Quiero mucho a mi país y echo de menos a mi pueblo, Leresti -donde transcurre la primera parte de la novela-, cada día", reconoció. "Hay una característica de los países pobres que es la acogida: te ofrecen lo mejor que tienen", aseguró. José Luis Barreiro le preguntó qué había pasado la primera vez que regresó a Rumanía. "No reconocí a mi mejor amigo de la infancia", se entristeció. Y es que el viaje hubo de retrasarse tanto como años estuvieron en situación ilegal en España.

Aún así, lamentó que "no han querido traducir mis libros, aunque probablemente sea uno de los autores rumanos que más vende en el extranjero" y también la actitud que se vivió en Rumanía con la crisis de refugiados sirios, a pesar de ser un país migrante. "Los libros y la escritura me han salvado la vida. No digo que sin ello me hubiese muerto, me refiero a que no sé qué hubiese sido de mí sin ellos. Es probable que me hubiese rendido hace mucho tiempo. Uno necesita armas con las que luchar y yo tuve la suerte de encontrar las mías", reconoce en su libro Miguel Gane.