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Los "pros" de jugar al balón y los "contras" de cabecearlo

Jugar al fútbol es saludable, a pesar del estudio que vincula su práctica al alzhéimer

Una investigación pionera apunta una mayor mortalidad por enfermedades neurodegenerativas en futbolistas profesionales - Sus conclusiones no son extrapolables al deporte aficionado

Dos jugadores disputan un balón aéreo en un partido reciente de fútbol profesional. // FdV

Un estudio científico pionero sobre la relación entre el fútbol y las enfermedades neurodegenerativas, publicado el lunes en el "New England Journal of Medicine" (NEJM), ha causado preocupación entre los practicantes de este deporte. La investigación, firmada por científicos escoceses, apunta a una mayor mortalidad por enfermedades neurodegenerativas (como el alzhéimer y el párkinson) entre futbolistas profesionales de ese país, algo que se vincula a la acción repetida de cabecear el balón. El diario sensacionalista británico "Daily Mirror" llevó ayer el tema a su portada, hablando de "bomba de relojería". Sin embargo, como advierte el especialista Manuel Arias Gómez, jefe del servicio de Neurología del Complexo Hospitalario Universitario de Santiago (CHUS), los resultados no son extrapolables al fútbol aficionado, y los beneficios cardiovasculares -y sobre otro tipo de enfermedades- de practicar este deporte siguen siendo mayores que los supuestos riesgos neurológicos que conlleva.

Los científicos escoceses Daniel F. Mackay (autor principal), Emma R. Russell, Katy Stewart,John A. MacLean, Jill P. Pell, yWilliam Stewart, de la Universidad de Glasgow (Escocia, Reino Unido) realizaron un estudio epidemiológico retrospectivo en base a las historias clínicas electrónicas -diagnósticos y medicación prescrita- y a los certificados de defunción -con causa de la muerte- de 7.676 jugadores profesionales de fútbol de ese país, nacidos antes del 1 de enero de 1977. Compararon los datos con un grupo control de la población formado por 23.028 personas. La mortalidad por enfermedades neurodegenerativas fue mayor entre los futbolistas, y también las prescripciones de mediación para cuadros de demencia. La mortalidad por este tipo de enfermedades fue similar entre los porteros y los jugadores de campo, pero en este último grupo hubo más prescripción de fármacos para demencias.

Otras causas de mortalidad

Las otras causas de mortalidad, incluidas las enfermedades cardiovasculares, tuvieron una mayor incidencia en el grupo de control que en el de los futbolistas profesionales, de modo que estos últimos sufrieron menor mortalidad hasta los 70 años; pero, a partir de tal edad, ocurrió lo contrario. En definitiva, como apunta Manuel Arias, podría decirse que el deporte de competición proporciona una mayor supervivencia hasta los 70 años (esto se ha visto también en otros estudios y con otros deportes), pero después la neurodegeneración causa una mayor morbilidad y mortalidad.

Se trata de un estudio novedoso, ya que la relación entre la práctica deportiva profesional y las enfermedades neurodegenerativas ya había sido profusamente estudiada en el fútbol americano, pero no tanto en el balompié, mayoritario en Europa. Este se considera el mayor estudio de estas características que se hace sobre el fútbol.

Robert A. Stern, profesor de Neurología en la Universidad de Boston (EE UU), señala en un artículo del NEJM que en los últimos años ha habido evidencia de que la participación en algunos deportes de contacto y colisión puede aumentar el riesgo de deterioro cognitivo y neuropsiquiátrico en fases posteriores vida, así como el riesgo de enfermedad neurodegenerativa y encefalopatía traumática crónica, debido a un trauma cerebral repetitivo. Es decir, no se trata ya de grandes golpes en la cabeza, sino de la repetición de pequeños impactos que no producen síntomas.

Stern señala que los resultados del estudio escocés son similares a los obtenidos en exjugadores de la liga profesional de fútbol americano (NFL) de Estados Unidos. Otra investigación que comparó a los jugadores de la NFL con los deportistas de la máxima categoría de béisbol (Major League Baseball), deporte en el que no se da ese tipo de contacto, concluyó que la mortalidad por enfermedades neurodegenerativas fue mayor entre los jugadores de fútbol americano.

Sin embargo, Stern subraya que el estudio de Mackay y sus colegas "no debería causar temor ni pánico injustificado entre los jugadores, padres y entrenadores", ya que, como los autores del estudio indican, "no es posible generalizar sus hallazgos entre exjugadores de fútbol profesional masculinos a participantes en el fútbol recreativo, aficionado o universitario". Más que en el riesgo futuro de deterioro cognitivo, los padres deberían centrarse "en los beneficios sustanciales para la salud del ejercicio y la participación en un deporte que disfrutan sus hijos", subraya el médico estadounidense.

"Datos no del todo fiables"

En la misma línea se expresa Manuel Arias Gómez, neurólogo del Complexo Hospitalario Universitario de Santiago. Para este especialista, "se podría especular que los impactos en la cabeza podrían propiciar el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas, hecho que parece claro en la demencia pugilística, donde los ovillos de proteína tau son un marcador anatomopatológico, pero este estudio no está basado en datos de autopsia y los diagnósticos de una enfermedad neurodegenerativa concreta (alzhéimer, párkinson, demencia frontotemporal, ELA...) no pueden considerarse totalmente fiables".

Subraya también el jefe de Neurología del CHUS que "los resultados de este estudio no son extrapolables a los deportistas amateur, y por lo tanto debemos seguir confiando en el beneficio de este tipo de práctica deportiva para disminuir el riesgo de enfermedad en general y de la cardiovascular en particular, que, como es de general conocimiento, potencia y agrava la neurodegeneración".

Precisa también Manuel Arias que podría considerarse que el estilo de fútbol escocés tiene "unas particularidades de mayor contacto físico y juego aéreo, además de un mayor empleo del remate de cabeza, por lo que los resultados habría que validarlos en otras partes del globo".

En efecto, hay una mayor tradición de fútbol "directo" en los países anglosajones, como el Reino Unido y Estados Unidos, que en España. En concreto, el estudio escocés señala que un jugador medio cabecea la pelota entre 6 y 12 veces por partido, sin contar con los entrenamientos, lo que significa miles de cabeceos a lo largo de su carrera. Por ello quizá existe mayor preocupación sobre la práctica del fútbol en niños en estos países.

Prohibición en EE UU

Hace cuatro años, la U.S. Youth Soccer, la organización que supervisa la mayoría de las ligas de fútbol de niños y adolescentes en Estados Unidos, anunció la prohibición de cabecear el balón en partidos y entrenamientos para los menores de once años.

Un modesto estudio realizado el pasado año en Puerto Rico con 30 niños y niñas de 9 a 11 años, y citado por "The New York Times", concluyó que los niños que habían cabeceado el balón al menos una vez a lo largo de tres partidos habían dado peores resultados en las pruebas cognitivas que les realizaron, aunque de maneras sutilmente diferentes, dependiendo de su sexo. Los cambios en las puntuaciones fueron ligeros, según advirtió la autora del estudio, la estudiante de Neurociencia Yarimar Díaz-Rodríguez, de la Universidad Maimónides de Buenos Aires, por lo que, dados los discretos resultados y lo exiguo de la muestra, fue imposible saber si estos efectos en la cognición son duraderos o acumulativos si los niños continúan cabeceando el balón a lo largo de mucho tiempo.

Por todo ello no parece que haya motivos para el miedo ni para la alarma en relación a la práctica del fútbol, sobre todo aficionado. Su práctica conlleva más beneficios que riesgos, siempre y cuando se vaya a la disputa del balón con sentido común... y con cabeza.

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