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Ignacio Morgado: "Estamos creando un mundo robotizado que influirá en la propia evolución del hombre"

"Ya tenemos máquinas inteligentes; otra cosa es que puedan tener sentimientos", asevera

Ignacio Morgado. // FdV

Uno de los grandes referentes en el estudio de la mente humana, el neurocientífico Ignacio Morgado, cerrará hoy las XXVI Jornadas de la Filosofía de Vigo que se celebran en el Auditorio Municipal do Concello con una intervención que abordará una de las cuestiones más peliagudas de la inteligencia artificial: la posibilidad de que los robots puedan tener sentimientos, un dilema que no podía faltar en un encuentro que tiene como tema el "Pensamiento y la inteligencia artificial (IA)".

-¿La inteligencia artificial es una amenaza o una aliada?

-Todos los avances científicos tienen una cara y una cruz, es decir, se pueden utilizar para el bien y para el mar. En neurociencia tenemos una técnica increíble, la optogenética, que permite conocer las partes del cerebro que están funcionando cuando tenemos una determinada idea o una determinada percepción y volver a reproducirla en el cerebro haciendo una cosa tan simple como es enviar un rayo de luz de una determinada frecuencia. Esto podría ser revolucionario para curar enfermedades, pero también se podría utilizar para intentar controlar el cerebro y el funcionamiento de las personas. Con la tecnología puede suceder lo mismo y puede llegar un momento en que las autoridades y la sociedad tengan que establecer unas reglas éticas para evitar que ese conocimiento científico pueda hacer daño.

-¿Podremos construir entidades realmente inteligentes?

-De hecho, ya las tenemos. Cualquier ordenador, cualquier móvil es un instrumento inteligente. La cuestión es si la inteligencia artificial puede llegar a igualar a la inteligencia humana. Nadie sabe hoy por hoy hasta dónde puede llegar.

-¿Y puede?

-Yo diría que de momento no lo hace, porque cualquier instrumento de inteligencia artificial hoy en día está basado en la inteligencia humana, que es la que lo crea, y se supone siempre que quien crea algo es más poderoso que la creación. Ahora, no podemos descartar que pudiéramos llegar a un sistema tan sofisticado que llegara a sobreponerse a nosotros mismos. Esto me recuerda a la película "2001: Odisea del espacio", donde se hace una especie de simulacro de lo que podría pasar si el robot creado se rebela contra el hombre que lo ha creado. Pero yo diría que estamos lejos de esto y si algún día viéramos que puede darse esa posibilidad, la sociedad civil tendría que intervenir por encima de la sociedad científica. Pero lo que está claro es que la robótica y la inteligencia artificial van a seguir progresando. Otra cosa es si el cerebro humano puede ser simulado por la IA y si una máquina puede llegar a tener sentimientos, que es de lo que hablaré hoy.

-¿Podrían tenerlos?

-Hay una parte de lo que llamamos sentimientos, que es la parte emocional más básica, lo que sucede en nuestro cuerpo, que sí que una máquina puede ejecutar ya hoy. Una máquina puede crear una actividad que la fuerce a determinados comportamientos ante una situación de peligro, por ejemplo. Otra cosa es que sea capaz de sentirlo realmente.

-¿Todos los avances científicos despiertan el mismo recelo que la inteligencia artificial?

-No necesariamente. Muchos no, porque no tienen la potencia que puede llegar a tener la inteligencia artificial. La propia palabra ya nos advierte de que estamos intentando simular al órgano más importante e inteligente que existe: el cerebro humano. Si alguien está intentando hacer máquinas inteligentes lo que está intentando crear son cerebros, entre comillas, es decir, máquinas que tengan inteligencia y la inteligencia es la capacidad de afrontar situaciones nuevas para salir al paso del peligro o de circunstancias que pueden ser desadaptativas.

-¿Podría el hombre verse superado como especie?

-Que sepamos, la evolución no se ha detenido. No hemos llegado aún al final del mecanismo de la selección natural que dio Darwin. Seguimos evolucionando. Lo que nos hace diferentes a nuestros ancestros es que ahora tenemos más capacidad que nunca, debido al desarrollo de nuestra inteligencia, de condicionar el ambiente en el que nos vamos desarrollar. Estamos creando un mundo muy basado en la robótica y la IA, que va a influir en la propia evolución del hombre. Si los robots acaban haciendo muchas cosas que hacemos los humanos, en el trabajo, en la computación, al cabo de miles, de millones de años acabará desarrollándose un ser humano muy distinto al actual y muchas de las capacidades que tenemos ahora habrán desaparecido porque ya no serán útiles porque estarán superadas por artilugios ambientales y habremos desarrollado otras muchas capacidades que no teníamos. La capacidad que tenemos para crear máquinas inteligentes que pudieran llegar a superarnos a nosotros mismos no deja de ser el resultado de un cerebro más evolucionado. De hecho, la evolución es un poco chapucera, va haciendo cosas y va saliendo lo que va saliendo.

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