"La transexualidad se sigue viviendo como un problema por los prejuicios, por los valores que hemos ido adquiriendo a lo largo de nuestra vida", aseguró ayer en CLUB FARO la profesora de Infantil y Primaria Alba Alonso Feijoo, quien acaba de publicar el libro "Carla no es Carla, sino Carlos", una obra con la que trata de informar sobre lo que es una persona trans, cómo se vive desde la infancia y qué debería hacer el entorno familiar y social para empatizar con ese individuo y respetarlo.

Alonso Feijoo -que fue presentada por Belén Varela- reconoció que ella misma años atrás desconocía el tema. Cuando realizó su tesis doctoral, tuvo conocimiento de un elevado número de casos en Estados Unidos. Fue entonces cuando se planteó si en España ocurría lo mismo. Por ello, invitó al público a luchar contra "la información errónea" al tiempo que recomendó "ser críticos" ya que "nos está llegando mucha información errónea sobre este tema".

El primer estereotipo que derribó en la charla fue que ser trans "no es una enfermedad". "No te tomas un jarabe y se te pasa", incidió. Para reforzar la información, recordó que la propia Organización Mundial de la Salud (OMS), "ha quitado que era una enfermedad, se han dado cuenta que no lo es; al igual que la homosexualidad".

Al no ser una dolencia, no tiene cura y tampoco hay que esperar a que "pase la fase; no va a pasar. No es una moda, lo que pasa es que antes estaban ocultos. Si tu entorno es amigable, sales del armario. Nadie sale del armario por moda", apuntó.

Recalcó que las personas trans son personas "normales cuyo sexo asignado no coincide con el sexo sentido. Cuando nacemos, explicó, nos asignan un sexo según la ecografía. Muchas veces, no aciertan, nos equivocamos al asignar el sexo, por lo que tenemos que cambiar de mentalidad. Si la niña dice que es un niño, hay que cambiar".

Respecto a la frase popularizada de que son niños atrapados en un cuerpo equivocado, Alba Alonso detalló que "ellos no están atrapados; son felices dentro de su realidad. ¿Qué es un cuerpo correcto? Basta de la idea de cuerpos y seres equivocados, simplemente tenemos que respetar".

En estos casos, recomendó que quienes tienen que aceptar el proceso, el tránsito, son los familiares, amistades y demás entorno social. "Se sabe que cuanto más temprano se realice el tránsito social, mejor", agregó la doctora por la Universidade de Vigo y experta en igualdad de género.

Alonso Feijoo añadió que el ser trans "no se adoctrina", pero sí hay que formar para tratar de "visibilizar esta realidad, para que las niñas y niños tengan una infancia feliz".

En cuanto a cómo actuar en una familia o un centro escolar cuando entre el alumnado alguien se declara trans, señaló que hay que ofrecer respeto, formación y activismo. Sería idóneo "dejar atrás el falso conservadurismo, el decir que siempre nos ha ido bien. Tenemos que avanzar".

Para hacer más visible el problema, Alba buscó la interacción del público al que preguntó por qué había escrito ese cuento. Respondió que "la mayor parte de las personas que me preguntan por qué lo hice, piensan que tengo alguien cercano trans. Este cuento no existiría si no existiese el proyecto de infancia Realkiddys, la tesis doctoral sobre masculinidad en literatura infantil inglesa desde la perspectiva de género, si no hubiera hecho. Filología Inglesa... He escrito mi cuento porque mi madre me inspiró. Me enseñó a ser una persona independiente y feminista".

Parafraseando a Albert Einstein, partió de la sentencia "la mente es como un paracaídas, la mente hay que tenerla bien abierta" para indicar que "hay que abrir bien la mente para leer el cuento".

Por ello, procedió a leer el cuento al público. El relato arrancó con el nacimiento de una niña, Carla, muy esperada en una familia con varios niños varones previos. Carla llegó a la familia con el cuarto pintado de rosa y toda la parafernalia tradicional para su género. A los tres años, aborrecía los vestidos y las muñecas. En su sexto cumpleaños, reveló que era un niño y que se llamaba Carlos. Desde la familia, no se le prestó mucha atención. En el centro escolar, empezó a recibir burlas. La tachaban de marimacho. Una amiga lo entendió y lo aceptó como Carlos. Le contaron todo a un profesor y tras una reunión con las madres y padres, Carlos fue aceptado como un niño. Ese es el final feliz que Alba Alonso desea para todos los casos trans.