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Un autista severo logra una plaza residencial tras más de dos años de espera

Política Social confirma que iniciará el periodo de adaptación en Nigrán en octubre - Su madre, Carmen Lorenzo, reconoce "alivio" después de su ingreso en una situación límite

Carmen Lorenzo y Daniel, en un paseo en el Álvaro Cunqueiro.

"Me siento como si nos tocase la lotería a Dani, que va a estar genial, y a mí", reconoce desde el hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo María del Carmen Lorenzo. Allí aún está ingresado su hijo Daniel Pérez, joven de 18 años con trastorno del espectro autista severo, un 82% de discapacidad y grado 3 de dependencia reconocida. Le atienden desde sufrió su última crisis.

La reacción de su madre tras recibir la confirmación no es para menos, dado que llevaban más de dos años en lista de espera por una plaza residencial que pudiera atender de las necesidades especiales del joven, sin que en Galicia se dotara. No quedaba ninguna vacante. Por fin, ayer Política Social cumplía el compromiso ya expresado hace doce días a FARO y ratificaba la dotación de una plaza con la Fundación Menela. "Daniel comenzará su período de adaptación en octubre en el centro de Castro Navas de Nigrán", indicaron fuentes autonómicas. "Estamos satisfechos de que la situación se arregle", reconocieron desde la Consellería.

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El director xeral de Maiores e Persoas con Discapacidade y la madre del paciente ya se habían reunido para tratar la dramática situación del joven -aún escolarizado-, y estaban al tanto del problema, que llegó a manos de la Valedora do Pobo.

Daniel Pérez llevaba veintiocho meses, desde mayo de 2017, sin disponer de una de las 341 plazas públicas en centros que existen en Galicia, lo que hizo mella en una situación "crítica" para madre e hijo. La madre, María del Carmen Lorenzo, de baja médica, se reconocía "desbordada" tras un último episodio con conductas disruptivas que hizo que el joven fuese expulsado de un 'campamento' para personas con discapacidad en Panxón. "Sin el reportaje publicado en FARO de Vigo el 11 de septiembre alertando de esta situación posiblemente tampoco fuese posible... o tendrían que pasar muchos meses; creo que fue decisivo", destacaba Lorenzo. Además, la madre de Daniel quiso agradecer al personal de toda "la planta 1 del ala E del Cunqueiro su trato, porque son personal de diez, gente maravillosa".

Con la vista en el futuro, llega una sonrisa. "Podré poner un poco de paz y orden en mi vida, porque desde hace quince años está totalmente caótica". "Podremos hacer una vida más feliz con él, porque vamos a tener más tiempo su padre y yo de organizar las salidas y los fines de semana con Dani", plantea Carmen Lorenzo.

"Con el paso de los años y del agotamiento físico y mental, la cabeza también se resiente", relata. Y como muestra, un ejemplo gráfico. Aunque hasta la fecha, su residencia familiar se situó en Tui, están mudándose a Salceda de Caselas. En medio de la reforma y el traslado, "iba a pagarle 2.300 euros al carpintero y Dani quiso ir al parque, fuimos al parque... y dejé el bolso abierto, apoyado en una ventana para atarle los zapatos", reconoce. "Él se escapó corriendo, fui detrás, me olvidé del bolso... y desaparecieron los dos mil euros", indicaba para visibilizar el grado de estrés y cansancio que sufrieron. "Otro día que me olvidé de cerrar la cocina, él encontró los medicamentos...", añade horrorizada ante ese recuerdo.

Del mismo modo, compatibilizar su situación personal y como trabajadora y madre de otra hija, no era fácil. Ante el agravamiento de la situación y tal y como reconocía en un escrito la Valedora do Pobo, la madre decidía ampliar el espectro de la zona sur de Pontevedra a cualquier centro gallego. Su programa individual de atención (PIA), aprobado por Dependencia, fue ampliado, aunque sin éxito.

Ya el 11 de septiembre la Consellería de Política Social reconocía que previa una ampliación de las plazas públicas, concretamente en la residencia de la Fundación Menela en Nigrán y que así se cubriría la solicitud de Daniel. "Es un caso bastante extremo, una situación límite", reconocían fuentes de la Xunta. Ahora toca la cuenta atrás (más feliz). Solo seis días, después de años de espera.

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