"Saben que la escuela y otros entornos son especialmente adecuados para frenar a la gente que quiere ir lejos porque el sistema no les deja". La máxima la compartió ayer, -en el Foro de Educación de FARO DE VIGO- Javier Tourón, gallego con gran vinculación vital con Vigo que hoy en día ocupa el cargo de vicerrector de Innovación y Desarrollo Educativo en la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).

Durante su conferencia "En busca del talento perdido. ¿Por qué los sistemas educativos ignoran su recurso más valioso?", ofreció datos para evidenciar el abandono que, a su juicio, experimentan los alumnos de altas capacidades en España. Como ejemplo y valiéndose de datos del Ministerio de Educación, indicó que, en Galicia, el índice de estudiantes con altas capacidades (o competencias) que ha sido identificado como tal -tras una verificación con tests- no llega al 1% de la población escolar. En concreto, supone el 0,53%.

La media española está incluso por debajo, en el 0,45 por ciento. Estos porcentajes chocan con las teorías de expertos en el asunto que señalan que la población escolar con altas capacidades puede ascender al 2,5%; o incluso al 5 o 10%, dependiendo del investigador.

6.000 gallegos en el limbo

Tourón explicó que si tomáramos como cierto que el 2,5% puede tener altas competencias, en Galicia habría más de 6.000 estudiantes de altas capacidades sin identificar.

Este profesor e investigador explicó que "hay alumnos que, al empezar el curso, ya tienen aprendido el 70% del curriculum" de ese año. "Eso es una tragedia", lamentó para señalar un ejemplo de un niño que no quería ir al colegio porque el profesor le mandaba corregir a los compañeros. "A él, le pagan por eso; a mí, no", le replicó el chaval.

Javier Tourón recalcó que el término "superdotado" ya no es válido y que ser una persona con alta capacidad no significa que se te den bien todas las áreas, sino que alcanzas la excelencia en unas, algunas o muchas.

Agregó que "no existe un cromosoma de oro. No existe la superdotación, este no es un rasgo como ser diabético. No hay un gen de la superdotación".

Lo que sí hay, en determinadas personas, son unas capacidades naturales que sobresalen pero que se deben labrar con capacidad y trabajo para tener "talento".

Para Tourón, es primordial que el sistema educativo tenga identificados a los alumnos con mejores capacidades. Para ello, los centros educativos deben fijarse y evaluar su competencia curricular y capacidades intelectuales específicas (evaluación psicológica mediante test); observar sus destrezas soft, entre las que se incluyen la voluntad, motivación e intereses.

Tourón subrayó que "la meta de la escuela no es promover la igualdad, sino la equidad. Esto significa dar a cada uno lo que necesita, según sus necesidades personales".

Indicó que, en la actualidad, el modelo educativo imperante es el de reproducción, donde el aprendizaje es cerrado y pasivo. Con este, el colegio se entiende como un espacio de enseñanza donde la atención individual es escasa.

Frente a esta modalidad, el experto defendió el modelo que ve la escuela como un lugar de aprendizaje, donde hay un desarrollo del talento personal. Esto se logra prestando máxima atención al aprendizaje abierto y activo en el que se atiende a las diferencias.

Pero, ¿cómo adaptar a los individuos el curriculum? Tourón afirmó que hay que atender a la velocidad de aprendizaje de los alumnos y que si se realiza un trabajo de refuerzo con los que tienen algún tipo de discapacidad o capacidad menor que el promedio también se deberían realizar esfuerzos con los de capacidades excelentes para que estos últimos no se aburran y deseen acudir a clase para satisfacer su curiosidad.

Atender a las distintas velocidades, señaló el ponente, se puede lograr mediante la tecnología digital. "Cada niño, puede tener un itinerario diferente", señaló.

Hacia el final de su intervención, en el espacio destinado a las preguntas del público, una profesora le explicó que los docentes "nos encontramos solos; no hay nadie que te apoye en la valoración" de un niño con elevada probabilidad de que tener altas capacidades.

Ante la cuestión de qué hacer en estos casos, Tourón indicó que "a la administración, le debería caer la cara de vergüenza" y que, desde la dirección de los centros educativos deberían apoyar más al profesorado y a los estudiantes en estas vicisitudes. Aclaró que no disponía de una respuesta concreta pero propuso como posibilidad aunque reconoció que no era lo ideal, trabajar "por fuera del centro" para conseguir una valoración a través de herramientas digitales y seguir con ellas para mejorar y ampliar los conocimientos del alumno.

Previamente, había añadido que "nadie piensa que hay niños que en cuatro años puede hacer ocho cursos. Nos lleva a un enfoque que exige que todos los colegios puedan evaluar la capacidad de todos sus alumnos, lo que se debería hacer de forma periódica".