La convivencia es una tema de preocupación en los centros educativos: ¿por qué lo alumnos y alumnas manifiestan comportamientos inadecuados?, ¿por qué no respetan la autoridad del profesorado?, ¿por qué no se relacionan armoniosamente con sus pares? Betina Represas, psicóloga, psicopedagoga y orientadora, responderá a todas estas preguntas en su ponencia del sábado 21 en el III Foro de Educación de FARO.

- Usted analiza la convivencia desde el punto de vista del centro y del aula. ¿Por qué?

-Yo analizo la convivencia desde un punto de vista contextual, teniendo en cuenta el entorno escolar y el familiar. Por eso es imposible pensar en un niño o un adolescente de forma aislada. Si estamos frente a un comportamiento inadecuado no podemos hacer un abordaje individual de dicha conducta sino pensar en el entorno en el que ese comportamiento aparece.

- ¿Qué implica esta visión a la hora de atender un comportamiento inadecuado de un alumno/a?

-Se trata de comprender el sentido de ese comportamiento. Nos preguntamos qué le pasa al niño para actuar así. Un niño se comporta de forma inadecuada cuando siente que lo rechazan sus compañeros o cuando no se siente capaz de aprender lo que se enseña en la clase. También puede comportarse así porque reproduce un modelo familiar o porque simplemente expresa un malestar por alguna situación que puede estar teniendo lugar en cualquiera de los entornos en los que convive habitualmente.

- ¿Hay algún proceso concreto para lograrlo?

-No se trata de "hacer" algo sino de pensar y comprender antes de hacer. Siempre se debe actuar desde la reflexión conjunta del profesorado a partir de lo acordado en los documentos del centro. En ese sentido, el plan de convivencia de una escuela es el referente para la acción en estos casos.

- ¿Cómo se puede evitar llegar a este punto?

-Hay muchas estrategias que se pueden trabajar tanto en la familia como en la escuela. En lo que se refiere a la escuela debemos intentar siempre que el trabajo sea a nivel del aula y no de forma individual. Se trata de establecer en clase rutinas que impliquen pensar antes de actuar, tomar decisiones de forma reflexiva en lugar de hacerlo impulsivamente, esperar turnos de palabra y respetar la opinión de los demás. Esto se aprende utilizando en el diseño de las clases diversos recursos metodológicos como el aprendizaje cooperativo o el aprendizaje basado en rutinas y destrezas de pensamiento. No es algo que se haga ocasionalmente, sino que son unos procedimientos instalados como rutinas en el aula y que lleva a cabo el propio profesorado en su clase.

- ¿Cómo conseguir un buen clima en el aula?

-Evidentemente un buen clima de aula es el antídoto para los problemas de comportamiento del alumnado. Esto se logra con dinámicas que favorecen la cohesión social: presentación y conocimiento mutuo. También son necesarios programas de habilidades sociales, llevados a cabo por los tutores en el aula, que favorezcan el desarrollo de la empatía, la asertividad, el respeto mutuo y la tolerancia a las diferencias. Las metodologías activas y participativas también favorecen la interacción entre el alumnado y mejoran sus relaciones. Todo esto ayuda, no solamente a los niños con más dificultades, sino a todo el alumnado en general.

- Habla de que hay centros individualistas y colaborativos. ¿Es tan difícil colaborar?

-Es difícil colaborar... Tenemos que aprender a hacerlo. Aunque los seres humanos somos seres sociales, no siempre sabemos trabajar en equipo. Trabajar en equipo implica redes de comunicación y procesos organizativos que mejoran la calidad del proceso de enseñanza-aprendizaje porque implica tomar decisiones sobre cómo vamos a diseñar las clases, cómo vamos a evaluar al alumnado, cómo vamos a evaluar nuestro propio trabajo como docentes, qué metodologías vamos a utilizar en el aula y, lo más importante, cómo vamos a convivir en este centro. En todos los centros hay un modelo de convivencia determinado, lo que pasa que no siempre somos conscientes de cuál es dicho modelo. Cuando existe una verdadera cultura de colaboración en el centro se puede hablar abiertamente acerca de la convivencia y cómo mejorarla.

- Seguro que el alumnado lo percibe en cuanto a prevención de conflictos...

-Exactamente. A los alumnos/as les gusta muchísimo ver a sus profes trabajar en equipo, compartir materiales, compartir espacios, planificar juntos sus clases u otras actividades complementarias. Ese trabajo colaborativo de los profesores del centro es un modelo muy positivo para el alumnado, un modelo que pueden imitar y aprender. Aprenden a organizarse para trabajar juntos ejerciendo diferentes roles, pero siempre con un objetivo común que es aprender juntos y ayudar a los demás en ese aprendizaje. Los profesores también podemos aprender juntos con objetivos comunes, aunque con roles y tareas diferentes. Esta cultura colaborativa de trabajo siempre beneficia a toda la comunidad educativa. Se establecen vínculos de complicidad y confianza que generan seguridad y bienestar en todos y cada uno de los que formamos parte de un centro educativo.