"¡Gitana!". Aquel insulto por ser hija de una brasileña que estallaba a cada instante en su cabeza al aterrizar con cinco años en un colegio madrileño se ha ido desvaneciendo con el paso del tiempo en las pesadillas de Sara Ramo, la artista hispano-brasileña de 43 años que expone hasta el 2 de marzo de 2020 en el Museo Reina Sofía 'lindalocaviejabruja', una obra repleta de trapos, hilos, barro y objetos rotos con la que aborda la dificultad de ser mujer en un mundo agitado por populismos como el que ha encumbrado a Jair Bolsonaro a la presidencia de su amado Brasil.

"No sabes la tristeza que eso me produce", confiesa Ramo cerca de una de las dos salas del Edificio Sabatini donde exhibe su particular universo mágico, místico y mitológico con un monstruo imaginario que brota del fondo de la tierra para exorcizar sus miedos y acompañarla en un viaje poblado de caricaturas de todo tipo de mujeres.

"Es una obra para voyeristas", explica ante un vídeo donde una vieja cortina, hecha de telas manchadas y usadas, a medio levantar, permite observar solo lo que sucede en la pantalla de mitad para abajo. No hay mensaje pero sí una invitación a activar la fantasía para reflexionar ante una pieza teatral en la que un títere repite sin parar el gesto de golpear a su mujer con un bate de madera.

La segunda sala, tapizadas sus paredes de enormes armarios con puertas entreabiertas, carece de orden o sentido lógico alguno para mostrar la importancia de los elementos familiares de la vida cotidiana. Una fregona, guantes de látex, pintalabios partidos, golosinas y hasta el pelo de una amiga víctima de malos tratos aproximan al espectador al mundo doméstico que condena aún a muchas mujeres a sobrevivir encerradas en el agobiante ambiente de un hogar que hace invisible su trabajo. "Siempre me ha interesado acercarme a las cosas que supuestamente carecen de valor", revela contrariada porque el público no traspasa la puerta que da acceso a su vídeo. "¡Qué extraño, parece que no se atreven a entrar", reflexiona, dispuesta a dejar la puerta entreabierta para atraer a la gente a ver un mundo caótico que desnuda los valores más tradicionales.

"Hay que reírse de los tópicos que nos aplican a las mujeres", espeta al justificar su título 'lindalocaviejabruja' como una forma de probar que se puede ser todas esas cosas a la vez. "Creo que ser bruja es lo mejor", ironiza, "porque al menos eso te otorga algún tipo de poder", añade frente a varias piezas de cerámica retocadas, como expresión de una crítica a los modelos de belleza imperantes que empujan compulsivamente a muchas chicas a pasar por el quirófano para mejorar su imagen. Es también un guiño de denuncia a la bucarofagia, el hábito de consumir barro cocido para aclarar la tez que se puso de moda entre las damas de la corte española del siglo XVII. "Velázquez refleja en 'Las Meninas' como una cortesana ofrece un búcaro a una de las infantas", explica Ramo. Las mujeres acababan enganchadas a este barro que traían sobre todo de Portugal y llegaba a producirles tremendas alucinaciones.

El monstruo aparece y desaparece por los armarios de la exposición como las mujeres histéricas que a principios del siglo XX facilitaron a los investigadores el acceso al inconsciente para desarrollar el psicoanálisis. ¡Locas! Porque en aquella época se creía que el histerismo era una condición exclusivamente femenina.

Y poco han cambiado las cosas, según Sara Ramo, una de las artistas de su generación con mayor proyección internacional, acérrima feminista y enemiga del capitalismo hueco y carente de discurso alguno. "Estoy siempre perdida y buscando", asegura, harta de tener que demostrar a cada paso sus capacidades e inteligencia y de chocar con trabas que no afectan a los hombres. "Aún vivimos maltratadas en los detalles", denuncia esta creadora fascinada por la oscuridad. "Me opongo a todo lo que me quieren imponer", proclama en su permanente búsqueda de lo mágico para cuestionar el "racionalismo autoritario".

"Qué pena me da lo que está pasando en Brasil", lamenta de nuevo Sara Ramo, firme defensora del expresidente brasileño Lula da Silva, encarcelado por supuesta corrupción. "Ha sido un golpe de Estado ", asegura. El conservador Jair Bolsonaro perturba sus sueños como hicieran en su infancia aquellas niñas que en Madrid la llamaban des- pectivamente gitana por tener una madre brasileña.