Álex Rovira, con una extensa trayectoria en formación de alumnado, trabajadores, empresarios y otros perfiles, tratará conceptos como la inteligencia emocional, social y psicoafectiva en su ponencia del próximo sábado por la mañana (11:00 horas), en el III Foro de Educación de FARO DE VIGO, que empieza el viernes 20.

No ha habido demasiada formación en la gestión de las emociones: "la gente está completamente perdida en todo esto", apunta Rovira.

-¿Considera que nos hemos olvidado de educar el ser?

-Yo no me atrevo a generalizar porque hay instituciones y profesionales del ámbito educativo que están haciendo un trabajo magnífico desde hace mucho tiempo pero también hay otras instituciones que no. Lo que sí está claro es que cada vez hay una conciencia más profunda de la necesidad de trasladar este tipo de contenidos no solo a los niños y a las niñas y a los jóvenes, sino también a los adultos. Tras una formación técnica y cognitiva nos estamos dando cuenta de que esto tiene que ver con el desarrollo de las capacidades y las competencias. La generación de calidad en el vínculo humano no ha sido tocada y en muchos casos todavía no se toca.

-Usted imparte formación sobre inteligencia emocional y psicoafectiva a adultos...

-En mi faceta profesional de formación a adultos con funciones de responsabilidad ejecutivas muy importantes la demanda que recibo constantemente tiene que ver con inteligencias psicoafectivas, inteligencia psicológica, con gestión de procesos de cambio cultural... Porque no ha habido formación y la gente está completamente perdida en todo esto...

-¿Vamos con retraso en la educación de las emociones?

-Yo diría que es un proceso evolutivo humano normal. Yo viajo muy a menudo a América Latina, también me muevo por Europa y alguna vez a Asia y diría que es la norma general. Todo lo que tiene que ver con la psicología humanista, transpersonal, empezó a desarrollarse en los años 60 de una manera muy tímida (Maslow, por ejemplo). La explosión se produjo en los noventa y la integración se está produciendo ahora, es decir, aproximadamente unos 60 años después de la génesis de este tipo de contenidos. Las personas que salen de las facultades tienen integrados estos conceptos. Es que esto no se adquiere ni en un curso de fin de semana ni en un máster de un año. Son muchos años. La comprensión racional de los mecanismos que van a gestionar la existencia no garantiza, en absoluto, su puesta en práctica... La sabiduría no es conocimiento; es mucho más que conocimiento. Y todo esto tiene que ver con la sabiduría.

-¿Cree que la educación está reñida con las nuevas tecnologías?

-No, en absoluto. Está reñido si hacemos que se riñan. Pero en realidad las tecnologías se pueden poner al servicio de la educación del ser, por supuesto. Las tecnologías son herramientas; un enorme facilitador de la pedagogía. Es tecnología; lo importante es la cultura.

-Usted indicaba en una conferencia: "sin confianza no hay compromiso". ¿También en educación?

-Absolutamente. Uno no se compromete con nada ni con nadie si no confía. No es posible. En cualquier vínculo humano es una variable clave. Si no hay confianza no puede haber compromiso. El compromiso te lleva a la calidad. Tú no puedes conseguir calidad de relación de pareja, de relación con tus socios, con tus alumnos, con tu equipo de trabajo, con tus empleados... no puede haber calidad sin compromiso mutuo. Y sin calidad no hay excelencia. Y sin excelencia no puede haber transformación. Es como la metáfora: "Por un clavo se perdió una herradura, por una herradura un caballo, por un caballo, una batalla, por una batalla, un reino...". El mensaje es doble: el cuidado del detalle, la ejecución de los valores es la palanca crítica de la transformación de cualquier sistema humano.

-Y a veces nos perdemos, olvidamos el detalle...

-Sí. Y si no se produce eso... estamos perdidos.

-¿Podría dar un consejo a docentes y a padres para un buen enfoque educativo?

-Hablamos de formación y educación: muchas veces se confunden pero no son lo mismo y las dos son necesarias. Una pivota más en la función de los maestros y la otra en la de las familias, la tribu, los padres... En la escuela se debe formar bien y complementar la educación que se da en el ámbito familiar. Por otra parte, en los hogares se debería educar bien y complementar la formación de los centros educativos porque si no se hace puedes tener personas muy bien formadas pero maleducadas, mira Donald Trump, por ejemplo; o personas como mi padre que es hijo de la guerra civil o mi madre, sin estudios superiores, pero extremadamente bien educados, sin la oportunidad del acceso a la educación superior en aquel momento.

"Para comprender mejor al otro hay que formarse en lenguaje psicoafectivo, que mucha gente aún no sabe"

"Para comprender mejor al otro hay que formarse en lenguaje psicoafectivo, que mucha gente aún no sabe"

-En su último libro ("Amor") apunta que amar es comprender, amar es inspirar...

-Sí. Quería ir más allá del fracaso de las parejas. Qué es el amor, no solo en la pareja... he leído muchísimo... desde el amor como deseo, como amistad, como comprensión, entrega, sacrificio... ¿Cómo le explicamos a alguien qué es amar a un maestro? ¿Qué debe entender una pareja que se pregunta por qué no funciona? Amar es la voluntad de comprender la singularidad del ser humano. No comprender, sino la voluntad de hacerlo. Porque uno puede comprender al ser amado pero pasar de él. Por ejemplo, en educación, si un alumno ve que el maestro se acerca y le dice con respeto, con cariño: "te veo desatento, ¿quieres que hablemos? ¿quieres compartir conmigo lo que te sucede?". Cuando una persona ve que el otro intenta comprenderle se genera ese vínculo de respeto, confianza, compromiso, calidad... y para comprender mejor hace falta formarse en lenguaje psicoafectivo, que es lo que mucha gente no sabe.

-También habla de cuidar...

-Además de comprender, la segunda parte es cuidar: no tiene sentido proclamar un amor por alguien si no hay un comportamiento coherente, consistente y congruente, que armoniza lo que haces, lo que dices y lo que sientes hacia el ser amado (aplicable a un maestro, un padre, una madre, un jefe... ).

-E inspirar...

-Sí, hacer grande al ser amado o al objeto amado (puede ser un perro, un rosal, un jardín...). Es inspirar para que el ser amado pueda crear nuevas realidades objetivas que mejoren su calidad de vida y potenciar el sentido de su propia vida. ¿Quién no ha tenido alguna maestra, jefe, abuelo o abuela, padre o madre... alguna persona en su vida que haya sido un referente de tal potencia que ha devenido con el tiempo en un anclaje espiritual para nosotros? ¿Cuánta gente, cuando está mal, no se acuerda de esa persona? ¿Un abuelo o una abuela que le daba un buen consejo, que le trataba con enorme amor o respeto? Por lo tanto, es la voluntad de comprender. Si te comprende, te cuida, te inspira... la relación está bien. Cuando una variable suspende la relación está tocada; es un modelo no compensatorio.