Un estudio revela la identidad propia de los ‘arroaces’ de Galicia. Esa conocida especie que nada al abrigo de las islas Cíes y próxima a nuestras costas -conocida en castellano como delfín mular y que puede medir hasta 3,5 metros- está diferenciada del resto de arroaces.
Y buscando parecidos genéticos, curiosamente los gallegos muestran más similitudes con los irlandeses.
Un trabajo científico en el que se analiza la estructura poblacional de los arroaces en distintos puntos de Europa y que ha implicado la colaboración de una veintena de centros de investigación, incluye los arroaces de Galicia con la participación de CEMMA. “Los arroaces de Galicia tienen identidad propia”, afirma el biólogo vigués de CEMMA Pablo Covelo.
Los resultados ponen de manifiesto la identificación de seis poblaciones bien diferenciadas en las siguientes áreas geográficas costeras: estuario del Shannon (Irlanda), costa noroeste de Irlanda, Canal de la Mancha, costa este de Escocia, costa oeste de Escocia/Gales y costa de Galicia, para las que la tasa de migración entre ellas fue menor al 1% por generación para la mayoría de comparaciones.
En lo referente a los arroaces de Galicia se encontraron 58 alelos diferentes (37% del total), pero ninguno exclusivo de esa población.
Las poblaciones costeras con las que hay menos relación son las del este de Escocia y Canal de la Mancha, y con las que hay mayor relación genética son el estuario del Shannon y el noroeste de Irlanda. Curiosamente destaca una elevada tasa de migración entre Galicia y el este de Escocia, pero se relaciona con que son individuos de las poblaciones oceánicas que comunican ambas áreas, que mueren en el mar y sus cuerpos llegan a la costa.
En el caso de Galicia, donde se estima que hay entre 636 y 822 arroaces, es la segunda población costera con mayor diversidad genética, por detrás de la del Canal de la Mancha.
Esto es importante porque desde el punto de vista de la conservación lo que pone de manifiesto este estudio coordinado por las investigadoras Milaja Nykänen y Marie Louis es que cualquier perturbación local puede tener drásticos efectos negativos en las poblaciones costeras de arroaces, dado su pequeño tamaño, baja diversidad genética y baja conectividad entre ellas, haciéndolas muy vulnerables a los impactos humanos.
“Se destaca por lo tanto la necesidad de proteger su hábitat a través de Áreas Especiales de Conservación, figura contemplada en la Directiva Hábitats de la UE, así como medidas de conservación específicas”, añade Pablo Covelo, firmante del artículo publicado en Aquatic Conservation.