"Nos preocupamos mucho porque los alumnos aprendan, por evitar el fracaso escolar, por mejorar la convivencia en el aula, evitar conductas indeseadas, como las agresiones o el bullying, y todo esto se puede conseguir trabajando con los alumnos la inteligencia emocional", cuenta Silvia Álava, doctora en Psicología, coach, profesora y escritora (autora de "Queremos hijos felices: lo que nunca nos enseñaron", entre otros libros). La psicóloga impartirá talleres en el III Foro de Educación de FARO DE VIGO, tanto el viernes como el sábado: "La inteligencia emocional como aliado del aprendizaje".

El objetivo del taller es que los docentes aprendan qué es la inteligencia emocional y conozcan técnicas para poder trabajar las habilidades emocionales en el aula. "Cuando somos capaces de reconocer lo que estamos sintiendo, tanto nosotros como los demás, comprender por qué sentimos una determinada emoción y además somos capaces de regularlas, estamos adquiriendo el control de nuestra vida", explica Álava Sordo. "Conocer qué sentimos, por qué lo sentimos y saber cómo poner las emociones a nuestro favor en lugar de en nuestra contra nos da el poder de decidir y elegir cómo actuar. Y esto es algo que se entrena, que se puede enseñar y que podemos aprender tanto los niños como los adultos". Expresa Álava que existe una gran evidencia científica sobre los beneficios de educar la inteligencia emocional: "las personas con alta inteligencia emocional fuman menos, beben menos, tienen menos riesgo de consumo de drogas, gozan de mejor salud, además de considerarse más felices, tanto en pareja como en el trabajo o con sus amigos". "En el caso concreto de los adolescentes, expresan y perciben mejor las emociones, son más empáticos, comprenden mejor los estados emocionales y regulan sus emociones de forma más eficaz, lo que les permite establecer y mantener relaciones interpersonales de mayor calidad, desarrollando mayores habilidades sociales y menores conductas agresivas", describe la psicóloga. La capacidad de regulación emocional se asocia, así mismo, con el rendimiento académico.

En cuanto a las familias "es importante que sepan cómo trabajar la inteligencia emocional; que cuenten con técnicas y estrategias que hayan demostrado su eficacia y validez para trabajar con sus hijos las habilidades emocionales". "Los padres son el principal modelo a seguir del niño. Los hijos copian a sus padres, si estos no saben cómo manejar sus emociones, es muy poco probable que puedan enseñar a sus hijos a hacerlo. Por eso cuando impartimos este tipo de talleres siempre insistimos que los primeros que tienen que trabajar su inteligencia emocional son los adultos", explica Álava, que añade que el mayor error que se comete hoy en día es la sobreprotección; enemiga del correcto desarrollo de la inteligencia emocional.