El Gobierno ruso prevé poner límite al número de turistas que pueden visitar una de sus joyas naturales: el Baikal. El lago más antiguo y profundo del mundo, patrimonio de la Unesco y cuyo fondo llega a situarse en algunos puntos a 1.600 metros de la superficie, es la mayor reserva de agua dulce no congelada del planeta, pues representa una quinta parte del total. Sin embargo, la afluencia masiva de gente pone en riesgo su ecosistema: unos 1,6 millones de turistas visitaron el lugar entre enero y junio, unos 300.000 de ellos extranjeros, según la Agencia de Turismo del Óblast de Irkutsk.

Por ello, el representante especial del presidente de Rusia para el Medioambiente, Serguéi Ivanov, anunció hace dos meses en un foro sobre el agua que se pondrá un tope de visitas y se limitará la construcción de alojamientos en sus costas. De hecho, en primavera se canceló la construcción de una embotelladora china por las masivas protestas que originó en Siberia. Dicho esto, Aunque aún no se han concretado los detalles sobre los límites al turismo, estos podrían haber llegado tarde. La Academia de Ciencias rusa advierte de que sus aguas pueden haber dejado ya de ser potables, según la agencia RIA Novosti.