Ámsterdam es una de las 10 ciudades más visitadas de Europa. Atraídos por el turismo cannábico, por el sexual o por la belleza de sus canales, en el 2018 la capital neerlandesa recibió hasta 5,43 millones de visitantes. Para poner freno a la masificación turística de la ciudad, el gobierno local prohibió en abril pasado los tours por el barrio rojo a partir de las siete de la tarde, pero es que su intención es vetarlos totalmente cara al año que viene. Además, cuando hay demasiada gente, las autoridades optan por cerrar las calles a las visitas.

El consistorio también ha aprobado restricciones que obligarán a los guías turísticos a tener un permiso especial, una medida para descongestionar el centro de la ciudad, y desde este año los pasajeros de cruceros que quieran desembarcar en Ámsterdam deben pagar un gravamen adicional. Eso se suma a un impuesto turístico que se aplica desde hace años y al hecho de que la policía controla y sanciona a los transeúntes que tiran basura en las calles, beben, gritan u orinan en público, ya sean turistas o locales. Además, la ciudad limita desde el 2017 la apertura de nuevos locales enfocados a los turistas.