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Luis Fega: "Solo el 1% de los artistas vive del arte; para los que empiezan es imposible"

"Hice la mili en Castellón, con Milans del Bosch, que se preparaba para el golpe de Estado, y cuando aparecía convertía el ambiente en un hervidero"

El pintor Luis Fega. // Laura Caraduje

El pintor Luis Fega (Vegadeo, 1952) es hijo de un empleado de banca y de un ama de casa con capacidades artísticas. Iba a ser médico, pero un error burocrático impidió durante dos años el traslado de su expediente. En ese tiempo, en Santiago de Compostela empezó a formarse y a vivir como artista. Vive en Madrid desde 1977. Ha realizado 65 exposiciones individuales y 200 colectivas. Se le considera heredero del informalismo español del grupo El Paso.

-Usted perteneció al grupo FOGA (Fato Ounirista Galego) con Francisco Leiro y otros.

-Yo no era galego ni surrealista, pero logramos renombre porque acabamos con localismos en favor de un arte de mayor riesgo.

-¿Cómo aprendía?

-Leía y hablaba. Me hice amigo de Doro, que tenía manía persecutoria y creía que las palomas llevaban micrófonos, pero sabía de arte y era sensible. Leiro, Lamazares y otros intercambiábamos información.

-¿Qué hacía usted entonces?

-Una figuración expresionista: pintaba cabezas muy expresivas, empastadas, de marineros, gente del campo. Santiago estaba terriblemente politizado. Yo llevaba una barba muy larga y una boina vasca y me confundían con el Che. Derivé a un expresionismo realista un poco social.

-¿Le iba bien?

-Tuve en la mano ser profesor, pero no me presenté. Se inauguró la televisión territorial de Santiago y Luis Mariñas nos puso a un amigo y a mí a trabajar en la parte gráfica. Después de dos meses nos dijo que solo podía quedar uno, que decidiéramos nosotros. Me fui sin dudar. No considero el arte competitivo.

-¿Ideológicamente como es?

-Voté mucho al PSOE. Cuando lo hacen mal, los critico. Nunca milité.

-Dejó Santiago por Madrid.

-Después de 5 años. Mi mujer, Carmen Romero, es madrileña.

-¿Cómo la conoció?

-Dos años antes, por amigos comunes, de camping. Nos caímos bien inmediatamente. Ella acabó Políticas en Madrid y fue a hacer Derecho a Santiago.

-¿Cómo llegó a Madrid?

-Con 250.000 pesetas ahorradas. Era dinero en 1977. Alquilé un chalé pequeñito antiguo en La Navata por 5.000 pesetas al mes. El sitio era precioso, pero la casa no tenía ni chimenea. Descubrí el frío que hacía porque dejé la botella fuera de la nevera y amaneció congelada. Me enteré por el cartero de que había un pintor "que hacía cuadros grandes feísimos" y que debía "ser importante". Un día fui a verle. Era Luis Gordillo. Nos hicimos amigos.

-¿Qué aprendió entonces?

-El padre de Carmen trabajaba en Iberia y eso nos facilitó dos viajes, uno a Nueva York, donde vi el arte de los expresionistas abstractos americanos, y otro a París, donde pasé 13 días metido en la biblioteca del Centro Pompidou conociendo las vanguardias europeas. Me convencí de que lo narrativo en la pintura es literatura. La pintura se expresa con sus medios, sin necesidad de pasar a la tela lo visible, que una emoción se expresa con las herramientas pictóricas: color, líneas, texturas, composición...

-¿Cuándo se casó?

-Después de un año en La Navata. Hice la mili con 27 años en Castellón de La Plana, con Milans del Bosch. Éramos fusileros de intervención inmediata. Llegué a cabo primero. Hacíamos preparativos para el golpe de Estado. A Milans le tenían pánico. Vivía en un palacio en la Montaña Negra. Lo poco que salía convertía el ambiente en un hervidero. No hice la mili entera.

-¿Por qué?

-Nació nuestra hija Manuela y acababa de salir la ley por la que, si eras padre, librabas. Mi cuartel era tan duro que el capitán me lo negó. Un día me armé de valor y fui a ver al coronel, quien se cabreó con el capitán y le quitó el mando por peligroso, porque hice maniobras siendo civil.

-Regresa a la vida civil y...

-Carmen trabajaba en la Administración y decidimos ir a vivir a Madrid. Pasamos dos años en casa de mis suegros y en 1982 encontramos una casita baja en Cruz del Rayo, al lado del Viso, que nos costó dos millones de pesetas a pagar en tres años.

-Vaya chollo.

-Hoy no se cree. Estaba muy mal. Inicié una reforma completa con tres albañiles. Cuando se me acabó el dinero había aprendido el oficio. Tardé cuatro años en lo que unos profesionales habrían hecho en menos de uno. Me sangraban las manos y pintaba a ratos. Me retrasó como pintor.

-¿Cuándo despegó artísticamente en Madrid?

-Cuando murió Juana Mordó, cogió la galería Helga de Alvear e hizo la exposición "Síntesis 1". Éramos seis pintores. Daba unos sueldos de doscientas y pico mil pesetas al mes, pero Juana Mordó había dejado programadas exposiciones para cuatro años y nos invitó a que buscáramos otras galerías. Me salió "Edurne", que me llevaron al Salón de los 16, que tenía la enorme difusión del grupo periodístico que sacaba "Diario 16" y "Cambio 16". Quedé con ellos. Eran entrañables, bohemios, pero no había dinero. Luego me contrató Emilio Navarro, una buena galería en la que costaba cobrar. Trabajé con May Moré 18 años.

-¿Vende ahora?

-Expuse hace dos años en Puxa Gallery y vendí bastante, pero, en general, no se vende. Ahora me dicen "¿pintas a estas alturas?".

-¿Y eso?

-En España se patrocina el arte conceptual, los museos compran arte extranjero y Arco, que recibe dinero público del Estado, de la Comunidad y de la ciudad de Madrid, redujo a las galerías nacionales cuando, por estatutos, debería tener un 40% de presencia nacional. De 300 galerías hay 15 españolas. No llegan al 1% los artistas que viven del arte, si no tienen rentas de familia o trabaja su pareja. Pagamos comisiones altas, del 50% para arriba. Para la gente que empieza es imposible.

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