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El último refugio gallego del maquis está en Ourense

Un grupo de arqueólogos excava los vestigios del asentamiento guerrillero de Casaio

Un grupo de arqueólogos excava los vestigios del asentamiento guerrillero de Casaio, en Ourense

La Sierra del Eje es un enclave de difícil acceso que se localiza en plena frontera entre Ourense, León, Zamora y Portugal. En aquellos parajes, entre la espesa vegetación de los montes de Casaio (Ourense), se erigió en la posguerra lo que se conocía como "La ciudad de la selva", un conjunto de campamentos en los que se instaló la guerrilla antifranquista, que, a consecuencia del avance de las tropas insurgentes, tuvieron que buscar en esos montes un último refugio.

Una excavación arqueológica, dirigida por Carlos Tejerizo (perteneciente al Instituto de Ciencias del Patrimonio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas) y Alejandro Rodríguez (de la Universidad de Santiago de Compostela) ha permitido profundizar en la historia y la naturaleza de esa "Ciudad de la selva". Los hallazgos de la segunda campaña, que finalizó este mes, son reveladores de cómo era la vida de los guerrilleros en ese enclave, y constatan que estaban muy bien organizados.

"El año pasado, nuestro objetivo era localizar los campamentos y excavar las primeras estructuras. Pero para esta segunda campaña, pretendíamos documentar las primeras fases del asentamiento, cuando se instalan en la zona guerrilleros como Manuel Girón; y después la llegada de los asturianos que venían de la caída del frente de Asturias, en el momento en el que se crea la Federación de Guerrillas León-Galicia, que tendrá en estos campamentos su centro neurálgico, su estado mayor", explica Carlos Tejerizo.

Estos guerrilleros que acabarán habitando las chozas construidos en Casaio son nombres míticos de la resistencia antifranquista. Al frente de todos ellos estaba Marcelino Fernández Villanueva, apodado "Gafas", que había perdido un ojo durante una sesión de tortura en la cárcel de Oviedo por su participación en la fallida revolución de octubre del 34. Pero además, había otras destacadas figuras del maquis, como dos parejas de hermanos: Mario y Guillermo Morán y César y Arcadio Ríos. Ellos encabezaban un grupo de 16 guerrilleros asturianos que, en el verano de 1940, llegaron a "La ciudad de la selva" tras ver frustrado su plan de pasar a Portugal para lograr desde allí un pasaje a América.

Campamentos complejos

La llegada de los asturianos fue clave para asentar la organización del enclave de Casaio y para la vertebración de la guerrilla en una federación. "Hemos podido constatar de que se trata de campamentos grandes y complejos, y pensaban en edificios con diferentes funcionalidades: almacenes, corrales para ganado...", detalla Tejerizo. Para sobrevivir y financiar el movimiento, el maquis comenzó a realizar asaltos periódicos a las minas de wolframio de toda esa zona.

"La historia de la guerrilla y la del wolframio son inseparables en estos montes. Hacían ataques periódicos a las minas, y después vendían el material a los estraperlistas. Ese era otro de nuestros objetivos: documentar la vinculación de la guerrilla con la 'guerra del wolframio', todo un acontecimiento que se ha abordado bastante poco. Desde la arqueología no se había hecho nada", explica Tejerizo.

El wolframio, un mineral muy escaso, era clave para el esfuerzo bélico de la Alemania nazi, que lo usaban en sus blindados. Las importaciones desde España a Alemania provocaron, entre 1943 y 1944, una seria crisis diplomática del gobierno de Franco con las fuerzas aliadas.

En esta segunda campaña, los arqueólogos han encontrado indicios de esta relación con el wolframio y también elementos relevantes como un revólver de finales del siglo XIX o principios del XX, una copia vasca de un arma norteamericana. "Es un objeto importante porque se han recuperado pocas armas relacionadas con la guerrilla, y porque nos habla de cómo gestionaban el armamento", explica Tejerizo. También otros objetos cotidianos, algunos relacionados con el armamento, y unos cristales de gafas, que llaman la atención por la presencia en la zona de Villanueva.

Ataque final

Pese al trastorno que la guerrilla causaba a las explotaciones mineras, las autoridades franquistas no se decidían a atacar el enclave. "Se sabía dónde estaban pero no había voluntad de ir porque estaban extremadamente bien organizados", sostiene Tejerizo. Todo cambió en el verano de 1946: "En julio de ese año hubo un congreso de la guerrilla allí, se reunía en Casaio toda la plana mayor. Creemos que fue por una delación que la Guardia Civil se enteró. Era la oportunidad de descabezar la guerrilla, así que atacaron, mataron a dos y lograron desarticularla", relata Tejerizo. Uno de los muertos fue Arcadio Ríos; su hermano César dejó una nota señalando su identidad y pidiendo respeto para sus restos.

La lucha seguiría en los años siguientes, aunque mucho menos estructurada que en los tiempos de Casaio, y algunos destacados guerrilleros, como fue el caso de Marcelino Fernández Villanueva, acabarían exiliándose.

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