Los delitos de violencia sexual cometidos por menores se están incrementando en todo el Estado. En la comunidad gallega, han aumentado un 32,7%, según los últimos datos hechos públicos por la Fiscalía Superior de Galicia. La psicóloga y criminóloga Marian Martínez García, una de las redactoras del Programa de Tratamiento Educativo y Terapéutico para Agresores Sexuales Juveniles, editado por la Agencia para la Recuperación y Reinserción de Menores Infractores de la Comunidad de Madrid, explicará el perfil del agresor sexual juvenil y su abordaje en un taller organizado por el Colegio Oficial de Psicología de Galicia y que reunirá hoy en Santiago a una treintena de profesionales.

-¿Cuál es el perfil del agresor sexual juvenil?

-Tanto en delincuentes sexuales adultos como en juveniles, el perfil es bastante heterogéneo. Aun así, en la investigación que realizamos para la elaboración del Programa de Tratamiento Educativo y Terapéutico para Agresores Sexuales Juveniles, lo que encontramos es que en un 70% de los casos había una relación de conocimiento entre víctima y agresor. La edad medio de los chicos que cumplían una medida por este tipo de delitos era de unos 15 años. El 75% no utilizaron ningún arma para cometer el delito, el 45% de las agresiones se cometieron en pareja o en grupo y el 45% de los agresores decían que habían consumido alcohol o drogas antes de cometer el delito. En cuanto a las víctimas, el 75% eran mujeres y el 25%, varones.

-¿Por qué el 45% de las agresiones son grupales?

-En el caso de los agresores juveniles es porque los jóvenes se comportan de manera gregaria, tienden a hacer todas las actividades con su grupo de amigos, incluso las delictivas. Por eso es más frecuente las agresiones sexuales en grupo en menores que en adultos.

-¿Hay más casos ahora o se denuncian más?

-Para contestar esto habría que hacer un estudio a fondo de las cifras y ver qué es lo que se ha incrementado, si el número de casos o el de denuncias. Con los datos hay que ser un poco prudentes. Pero creo que sí hay una mayor concienciación de que hay conductas que no tienen por qué aceptarse y que deben denunciarse. En delincuencia siempre nos encontramos con la cifra negra, que hace referencia a los delitos que no se conocen porque no se denuncian. Creo que movimientos como #MeToo y también las medidas que se están llevando a cabo desde el Gobierno y otras administraciones están favoreciendo a que muchas víctimas denuncien estos abusos y que se les atienda como corresponde. Y que se denuncie es una buena noticia.

-¿Por qué se convierte un menor en agresor sexual?

-Hay muchos factores que pueden intervenir, pero generalmente, vemos que al inicio de las experiencias puede que haya malinterpretaciones sobre qué es el consentimiento exactamente y que tengan una necesidad de imponer esa relación porque también ha habido un modelado en cuanto al uso de la violencia como estrategia para resolver los conflictos y para conseguir aquello que quieren. En este sentido, podríamos hablar de personas que no han conseguido adquirir las inhibiciones necesarias para no llevar a cabo este comportamiento.

-¿Cuál es su abordaje?

-Nosotros elaboramos el tratamiento fijándonos en lo que ya se había hecho internacionalmente y en la muestra que teníamos, que eran todos los menores que estaban cumpliendo medidas por un delito de estas características. Tiene siete módulos que trabajan siete aspectos: la autoestima, conocer mejor la sexualidad, las habilidades para las relaciones afectivas y sexuales, las distorsiones y justificaciones, el autocontrol emocional para la evitación de conflictos, la solidaridad y empatía con las víctimas y la prevención de recaídas.

-¿Son recuperables?

-Sí, por supuesto. En términos generales los delincuentes sexuales, como grupo, reinciden menos que otros delincuentes. La tasa de reincidencia sexual se sitúa en un 20% mientras que la de otros delitos se situaría alrededor del 50%. En el caso de los jóvenes, esta tasa es aún menor, entre un 10 y un 15%, porque muchos de los que agreden sexualmente no repiten porque la respuesta que tiene el haberlo hecho ya es suficiente como para que no lo vuelvan a hacer. También hay que decir que tampoco presentan una trayectoria delictiva tan amplia como algunos agresores sexuales adultos y son más permeables a la intervención. Sí que es cierto que siempre habrá perfiles que supondrán un alto riesgo, pero no son la mayoría.