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Los crujidos del león

El reciclaje digital de un clásico de la animación

Una escena de "El Rey León".

La alarmante falta de buenas y nuevas ideas en la factoría Disney -y en el resto de Hollywood, para ser justos- hace que en los despachos de quienes mandan se haya impuesto la moda del reciclaje cinematográfico al por mayor. Esto es: echar mano de los clásicos de animación que fueron hitos y darles un meneo digital para llenar las arcas con públicos recién llegados y públicos veteranos a los que seducir con la golosina de la nostalgia. Se vende la jugada como una apuesta por el realismo a golpe de Mouse (los ordenadores son los que mandan) pero, a efectos dramáticos, el resultado es insatisfactorio a más no poder cuando se trata de dar expresividad a los animales: al no estar dibujados, su credibilidad se desdibuja. "El libro de la selva", "Aladdin", "La Bella y la Bestia" o "Dumbo" -más los que vendrán- son ejemplos de puesta al día de títulos prendados en la memoria más mullida de los espectadores (unos con mejor vejez que otros) con los que hacer caja sin miramientos. Y en "El Rey León" está la historia calcada del original (1994) están los personajes, están las secuencias más espectaculares, está la banda sonora (licuada para la ocasión, una pena), están los mensajes sobre el ciclo de la vida y las enseñanzas del dolor. No falta la relación de Mufasa con su hijo y los posteriores sentimientos de culpa y orfandad, el hermano malvado que pone la nota shakesperiana, las hienas de sonrisa babeante con Shenzi a la cabeza, los animalitos que cargan con la responsabilidad cómica, los grandes paisajes y los sones épicos. El rugido desperezándose de un "Simba" que en algún momento se parece al Gato con Botas. Y el ¡Hakuna Matata! con Timón y Pumba, por supuesto.

Vale, todo muy bonito y lustroso con los nuevos adelantos técnicos pero ¿qué sentido tiene hacer una réplica que no mejora en nada lo anterior y que, repetimos, empeora la expresividad de las fieras (que no sabemos cómo se alimentan, por cierto, no vamos a romper su imagen domesticada), especialmente cuando tienen que cantar. Crujen entonces las costuras de la propuesta, en la que sale malparado precisamente uno de los mejores villanos de la historia de Disney, y queda claro que los prodigios de la tecnología CGI aún tienen mucho camino por andar en la capacidad de conmover cuando intentan adoptar la pose del realismo extremo. Al final, lo mejor de "El Rey León", que es claramente recomendable como entretenimiento para todas las edades visto el erial de la cartelera, es que te inyecta unos deseos irrefrenables de rescatar el original y disfrutarlo a tope. Y les dejo porque voy a hacerlo ahora mismo.

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