¿De dónde viene la alarma? Supuestamente, en una de sus habituales puestas en escena, el histriónico presidente de EE UU, aseguró que había sido abroncado por poderosos empresarios del sector vinícola de California. Se quejaban del escaso nivel impositivo con el que se grababan las importaciones de vino europeo. Algo que, según aseguran expertos, es normal debido a que la producción de vino en EE UU aún es deficitaria para abastecer su mercado interno.
Aunque la queja de los bodegueros se dirigía en concreto a los vinos franceses, los aranceles se aplicarían para toda Europa. Trump declaró a la cadena de televisión CNBC que "los franceses nos cobran mucho por su vino, y nosotros les cobramos muy poco a ellos por el nuestro". Según Wine Institute -el principal lobby de los productores de vino de California-, EEUU cobra unos aranceles de cinco centavos de dólar por cada botella de vino estándar (de 75 cl.), y 14 por la misma cantidad de espumoso, mientras que la UE grava las importaciones con 11 y 29 centavos de dólar.
Existe el mal fario de un sonado precedente: los aranceles a la aceituna negra, que siguen sin solventarse ni debatirse en el seno de la OCM -precisamente por el bloqueo de EEUU- y que han dejado pérdidas en el sector español y una caída de la exportación.
