Manuel llegó poco después de que rompiese el alba y plantó en la mesa de piedra el mantel. Allí esperó a los demás de su grupo que vinieron provistos de toda la artillería: Cuchillos, tenedores, platos, vasos... Y por supuesto varios tipos de empanadas, uno de los manjares imprescindibles en esta romería.

Aunque el plato estrella es la sardina. Así se decidió hace 39 años cuando los comuneros de Panxón plantearon organizar esta xuntanza abierta a todos los vecinos y turistas, con la que empezar la época de veraneo.

Unos 700 kilos de sardinas fueron asados y convenientemente distribuidos entre los asistentes a un módico precio. También se usaron más de 300 kilos de pan y alrededor de 500 litros de vino blanco y tinto. Algunos de los presentes colocaron sus viandas en las mesas del área recreativa, otros con mesas y sillas de plegar, y la gran mayoría apoyó el pan y la sardina en unas mini-barras hechas de tablas de encofrado, suficientes para esos momentos de placer gastronómico. También un numero importe degustó la comida sobre el suelo, al modo tradicional de las fiestas campestres, extendiendo el mantel y sentándose alrededor.

La mayoría de los asistentes eran familias completas, pero también había grupos de amigos y algunas parejas.

"Eu creo que había máis xente outros anos", apunta Alfredo, que dice que falló pocas veces a la cita. "Hoxe é que hai festas en tódolos sitios, menos para ahí que hai mar, hai moitísimas festas para un lado e pra outro, e moita xente ten comida familiar na casa", añade.

La verdad es que algunos de esos comensales solo lo fueron de "sesión vermut", llegaron temprano degustaron las sardinas y marcharon. Otros no, quedaron en la troula, como María que se hartó de cantar y bailar hasta bien entrada la tarde.

El día no estuvo muy claro pero la romería pudo celebrarse sin lluvia y sin excesivo calor. "Aquí estase bastante ben porque aínda que estéa un bo día sempre hai unha brisiña", dice Carlos. La temperatura de ayer era agradable, ideal para el disfrute de una fiesta de este tipo "pois non está día de praia", decían.

También los más pequeños de la casa lo pasaron muy bien en la romería, la organización colocó un hinchable gigante en la cima del monte, al lado del Monumento a la marina universal, donde pudieron celebrar su fiesta. Como en toda romaxe galega no faltaron puestos de rosquillas.

La romería se celebra en uno de los más increíbles parajes de Galicia, un recuncho forestal a una altura de 147 metros sobre el mar que se divisa a los pies del monte, con las islas Estelas delante. Otro placer para los sentidos.