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Ábrete de orejas

Boyle tira de su manual de efectismos para que, al menos, el resultado sea ameno, vistoso y amable

Himesh Patel, en "Yesterday".

Efectista: "1. adj. Que busca ante todo producir fuerte efecto o impresión en el ánimo". A Danny Boyle le va como anillo al dedo esa definición, ya desde su icónica "Trainspotting", que sigue siendo lo más potable de su carrera y que no escatimaba en gestos de impacto. Títulos como "La playa", "28 días después", "Sunshine", "Slumdog Millionaire" (¡especialmente tramposa!) o "127 horas" eran ejemplos descontrolados de efectismos con los que sacar punta a planteamientos potentes. Y, para ser justos, en todos ellos había puntuales fogonazos que alumbraban momentos correosos. Solo la camisa de fuerza mayor que le puso el guión de Aaron Sorkin para "Steve Jobs" consiguió hacer su estilo más austero y preciso. Con "Yesterday", Boyle se la juega con otro guionista de renombre ( Richard Curtis, por sus éxitos le reconoceréis: "Cuatro bodas y un funeral", " Notting Hill", "El diario de Bridget Jones", "Love actually"...) aunque en las antípodas de Sorkin en cuanto a intenciones se refiere.

Curtis es especialista en un tipo de comedia romántica amable con algunos toques dramáticos, aliñada con diálogos que sueñan con tener cierto ingenio y ofreciendo retratos del amor en los tiempos modernos que no caen en lo chusco del subgénero pero que tampoco ofrecen logros más allá de ser entretenimientos dignos y con algunos momentos perdurables. Curtis maneja aquí una idea pasablemente original (qué pasaría si alguien se pusiera a interpretar canciones de los Beatles en un mundo que no los conoce) que podría entenderse como una variante osada de "Rip Van Winkle", aquel personaje de Washington Irving que se quedaba dormido y despertaba en un mundo completamente distinto al que había conocido. ¿Cómo seríamos si no existiera el legado musical de Lennon y compañía? ¿Cómo acogeríamos a un imperfecto desconocido que se pone a cantar temas míticos ante una audiencia que no los ha escuchado nunca? Pues eso: estupor, admiración, ¡delirio! De la nada al todo a velocidad de vértigo porque ni los más aplaudidos cantantes del momento pueden hacer sombra a los genios de Liverpool.

Y se enloquece por igual aunque hayan pasado lustros y lustres en cantidades industriales, incluso con canciones como "Yesterday", muy lejos de los grandes logros de la banda. Lástima que el guión de Curtis se vaya por los cerros de Úbeda, prescinda de las posibilidades más jugosas y lo lleve todo al terreno de su especialidad: la comedia romántica con obstáculos que saltar, y perpetre un desenlace de redención sobadísimo. Lejos de intentar limar los defectos de la escritura, Boyle tira de su manual de efectismos (la escena con un encuentro imposible es inenarrable) para que, al menos, el resultado sea ameno, vistoso y amable. Y siempre queda la opción de cerrar los ojos y dejar los oídos bien abiertos.

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