La interrupción de la rutina habitual, marcada por los ritmos de trabajo y las actividades diarias, acrecienta el sentimiento de soledad en las personas que ya se sienten solas el resto del año y que de forma temporal pierden sus círculos de apoyo emocionales al llegar el periodo vacacional. La mayoría de las llamadas al Teléfono de la Esperanza de Galicia tienen como base la soledad no deseada, que golpea especialmente a las personas mayores. "En esta época del año constatamos un aumento de las llamadas cuya temática es la sensación de soledad y de abandono", asegura Andrés Abel, responsable del Teléfono de la Esperanza de Galicia, en Santiago.

Sin embargo, estas personas no están del todo solas. Al otro lado de la línea telefónica hay alguien dispuesto a escucharlas. Todos los días del año, las 24 horas del día. Son los orientadores del Teléfono de la Esperanza, voluntarios con una formación especial cuyo principal cometido es acompañar a la persona que está en crisis, ayudarla a encontrar la salida al final del oscuro túnel. En Galicia son unos 30. "Cuando una persona llama se encuentra al otro lado a alguien que la escucha y que la atiende, sin darle consejos ni juzgarla. Nosotros solo la acompañamos", explica Abel.

Y solo esa escucha ya es reparadora, asegura. Solo el poder pronunciar en voz alta eso que le perturba alivia el dolor. Y eso es lo que pretende el Teléfono de la Esperanza, que el año pasado atendió en toda España a 114.273 llamadas en crisis -3.000 en Galicia-.

Pero la soledad no es el único problema que atiende este servicio. La depresión y las crisis de ansiedad son también muy frecuentes. Cada vez más. "Hay un gran porcentaje de gente que no sabe qué hacer con su vida y que no le ve sentido. Esto lleva a deprimirse, a tener angustia e incluso a la peor situación, que es el intento de suicidio. Aunque las llamadas con temática estrictamente suicida suponen un 2%, este porcentaje supone muchas personas. Hay que trabajar para prevenir que se llegue a este extremo", explica.

Aunque la seña fundacional es la atención telefónica, la ONG cuenta además con asesoramiento profesional presencial, también facilitado por voluntarios -psicólogos, psiquiatras, orientadores familiares y abogados- para casos que así lo requieran. "Se trata de dar una serie de sesiones para centrar el problema, y si no se puede resolver en 4 o 5, dirigimos el caso donde corresponda", explica.

Las mujeres acuden más a este servicio -60% frente a un 40% de hombres-, aunque Abel reconoce que cada vez son más los varones que se deciden a pedir ayuda. Las franjas de edad mayoritarias son las de 40 a 60 años y los mayores de 75, más del entorno urbano que del rural. "Los jóvenes llaman poco, aunque cuando lo hacen hay que tomárselo en serio por la gravedad del dolor que tienen en ese momento y que precisa de una intervención rápida y especializada", afirma.

Este año, la ONG realizará una serie de actividades en colegios y asociaciones para dar a conocer su trabajo. "Es una lástima que la gente desconozca todos los recursos de los que dispone", explica.

Andrés Abel: "El hecho de la escucha en sí mismo ya es terapéutico"

Andrés Abel comenzó a colaborar con el Teléfono de la Esperanza de Galicia cuando se prejubiló. Es uno de los voluntarios de esta ONG de acción social y desde 2014, su presidente. Según Abel, la principal problemática de las personas que descuelgan el teléfono en busca de apoyo es la soledad no deseada, que se da en todas las franjas de edad, asegura, pero especialmente entre las persona mayores.

-¿Cómo actúan ustedes al otro lado de la línea telefónica con la persona que acude al Teléfono de la Esperanza en busca de ayuda?

-A veces, las personas estamos perdidas y eso es lo que les sucede a los usuarios del Teléfono de la Esperanza, que se encuentran perdidos y no son capaces de ver la salida del túnel. Nosotros, lo único que hacemos es intentar que la descubran por sí mismos dándoles pequeños chispacitos, porque no sirve de nada enseñársela si la persona no la ve. Nosotros la conducimos hacia esa salida para que ella misma se dé cuenta en qué punto está del problema. El hecho de la escucha en sí mismo ya es terapéutico. Es muy típico que la persona llame muy angustiada, llorando, con mucha ansiedad, y que cuando lleva un rato hablando ya se encuentre mejor. Sabemos que este bienestar no significa que vaya a estar bien, pero ese bienestar le permite relativizar, ir viendo que las cosas cambian y que a veces estás mejor y otras peor y que, en cualquier caso, nos tiene a nosotros para ayudarla.

-¿Cuál es la problemática más común?

-La soledad, sin duda, que afecta a todas las franjas de edad, pero muy especialmente a la gente mayor. Y la soledad no deseada duele mucho.

-Me imagino que atenderán casos durísimos...

-Atendemos a personas con un enorme sufrimiento. La realidad es la que es, pero en absoluto tiene que ver con la interpretación que hacemos de ella y cada uno la interpreta a su manera, y esto es lo que nos hace sufrir, porque lo que hacemos es resistirnos. Dolor por resistencia es igual a sufrimiento cuanto más te resistas más dolor, y te resistes porque no quieres aceptar aquello y no quieres aceptarlo porque interpretas que es algo malo. Pero desde luego que hay temas muy duros, que te descolocan cuando te los cuentan, de pérdidas, de enfermedad... que lo interpretes como lo que interpretes no hay mucha positividad, pero hay que intentar buscarla.

-¿Y cómo se recolocan los orientadores?

-Mentiría si dijese que no nos afecta, porque sí nos afecta, pero lo que yo hago y lo que recomiendo a todo el que entra en el Teléfono de la Esperanza es que ponga su corazón, que actúe desde dentro, en conciencia. No podemos salvar a todo el mundo y tampoco estamos aquí para eso; estamos para acompañarlos. Y si se dejan acompañar, fabuloso; y si no, no podemos tener remordimientos de conciencia, aunque claro que siempre te planteas cosas.