El arquitecto portugués Álvaro Siza consideró un honor el premio que le acaba de entregar su ya "buen amigo" y escultor de Cambados Manolo Paz. No es el Pritzker, el Nobel de la Arquitectura que le condujo a lo más alto de la expresión artística en 1992, ni el Gold Metal o el Wolf Prize in Architectura, que también recibió, pero el modesto galardón que ayer le fue entregado en la fundación queda en lo más profundo de sus emociones. Siza, a sus 86 años, se enamoró de "este sitio maravilloso" en el que se asientan el jardín escultórico de Castrelo. Siza llegó con puntualidad británica al paraíso escultórico de Manolo Paz, en Castrelo (Cambados), al que se accede por un llano camino de tierra que empieza justo después de los impresionantes edificios del colegio Salesianos y las bodegas de Condes de Albarei. Como buen arquitecto quiso conocer cada rincón del espacio artístico que el escultor cambadés diseñó en uno de los parajes más espectaculares de O Salnés, en una loma desde la que se dibuja un hermosísimo cuadro que conjuga el mar y los vinos del Atlántico.