El cine de Jim Jarmusch no es apto para todos los paladares. Exige cierto compromiso y una buena dosis de fe por parte del espectador, la predisposición a dejarse conquistar por el cine progresivo del norteamericano, por sus diálogos redundantes e improbables, el lirismo soterrado de sus planos y su predilección por lo sardónico. "Los muertos no mueren" tiene todos los elementos propios del cine de Jarmusch, aunque sus imágenes no alcanzan el magnetismo de anteriores trabajos. Pero el conjunto no acaba de ser plenamente satisfactorio, no termina de recompensar al espectador al nivel que acostumbra el cineasta de Akron.

Al contrario que en otros filmes de Jarmusch, en esta incursión al subgénero zombie cuesta adaptarse al ritmo del cineasta y, especialmente, al sentido del humor que despliega durante todo el filme. Algunos gags y diversos diálogos no acaban de funcionar, causan extrañeza antes que un efecto cómico o humorístico, y el propio desarrollo de la película resulta un tanto arrítmico. Con todo, "Los muertos no mueren" tiene algunos hallazgos reseñables.La pareja formada por Bill Murray y Adam Driver, que encarnan a dos policías de pueblo que tratan de combatir la oleada zombie, mezcla bien en pantalla, especialmente durante esos diálogos monocordes y fatalistas en el coche patrulla que culminan con una atinada referencia metaficcional. Un diálogo que conecta con el giro final del personaje de Tilda Swinton, escena que remite de forma diáfana a la segunda temporada de "Fargo".

No es hasta esa parte final del metraje en la que "Los muertos no mueren" muestra algo de músculo, acerando esa crítica al consumismo reflejada en esos zombies que, en su no-muerte, insisten en repetir los mismos hábitos y buscar los mismos productos que consumían en vida. "Ya no saben qué comprar", afirma ese vagabundo interpretado por Tom Waits, en el monólogo que cierra la película. Un mensaje cuya potencia se ve mermada por la saturación de planteamientos similares en esta última década de eclosión del subgénero zombie y por las propias deficiencias del filme, que siendo un Jarmusch reconocible no puede contarse entre los mejores títulos del cineasta.