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JUAN CARLOS VIDAL "Brasil es un país que se está haciendo, pero creo que será una gran potencia"

"Europa también se halla en edificios abandonados que guardan el brillo de su antiguo esplendor y en microculturas que no han perecido"

Juan Carlos Vidal.

Juan Carlos Vidal fue nombrado en febrero director del Instituto Cervantes de Moscú, adonde llega tras una etapa al frente del centro que la institución tiene en São Paulo (Brasil).

-De la soleada São Paulo a la fría Moscú, ¿un gran cambio además del clima?

-Me trasladaré desde el cálido São Paulo a Moscú el 5 de septiembre. Estuve en Moscú entre 2002 y 2004, un periodo de dieciocho meses, antes de hacerme cargo de la Dirección de Cultura en Madrid. Llegaba entonces desde el cálido y mediterráneo Tel Aviv, en un momento en el que la emigración rusa a Israel asentaba ya su peso y su influencia social y política. Con el paso del tiempo creo que me ido convirtiendo en un experto en cambios climáticos.

-Ya dirigió el centro de Moscú. ¿Han cambiado mucho las cosas?

-No he vuelto a Moscú desde entonces y en quince años las ciudades y los países, aunque sus matrices sean más o menos rígidas, cambian mucho. Recuerdo una ciudad muy potente, muy evocadora (los climas fríos suelen generar una mayor evocación), sus trescientos teatros, sus lugares de culto de ballet y música clásica y el rito de ir a ver "El Cascanueces" en un Bolshoi lleno de niños. En aquel entonces, el centro de Moscú comenzaba y ahora ya habrá consolidado sus tradiciones y líneas de actuación. Siempre, lo primero que hago es hablar con los miembros del equipo, ver lo que se ha hecho y qué se podría aportar. En Moscú estuve buscando un documental de Aleksandr Sokúrov, a mi juicio un genio, llamado "Sonata de viola", centrado en los últimos días de Shostakovich. No encontré esta película en Moscú y sí la hallé en Chicago. Ahora, todo el cine ruso es accesible y se puede adquirir en páginas web de distribuidoras moscovitas. Las cosas cambian.

-Varsovia, Tel Aviv, Chicago, Bucarest... ¿Cuál fue la experiencia más complicada y de cuál se siente más satisfecho?

-En todos los centros he intentado hacer las cosas lo mejor que he podido y, sobre todo, nunca he intentado hacer lo mismo. El mundo es cada vez más híbrido, las distancias se han acortado, pero a la vez existen mundos muy diferentes y las mentalidades difieren. Lo importante es llegar a adivinar qué esperan de nosotros. Ryszard Kapuscinski solía decir que llevaba una doble vida: por una parte, su trabajo y los despachos que enviaba a su agencia y, por otra, su inmersión en el paisaje local. Sería exagerado decir que mi situación puede ser semejante, pero más de una vez me acordé de esa máxima, porque realmente intentar comprender las claves de la ciudad y la sociedad donde actúas es capital.

-¿Qué balance hace de su estancia en São Paulo? ¿Qué recuerdos se lleva?

-Brasil es un país que se está haciendo, pero creo que terminará siendo una gran potencia. Un país muy variado, contradictorio como todos los países de emigración, un Norte y un Sur que parecen ser dos mundos diferentes, un país enorme. Este es el primer dato: la extensión y la variedad. El desarrollo histórico de Brasil ha creado una tolerancia muy particular, pero muy real y profunda. Podrá haber grandes diferencias sociales y rígidas estratificaciones, pero lo que no existe en absoluto es incomunicación entre las clases y grupos sociales o étnicos; todo forma parte de un ambiente muy familiar. Recientemente, en el hospital donde tuve una operación, me hice una foto con el equipo médico y los cuidadores. Al verla me di cuenta de que en este equipo confluían cerca de diez orígenes y grupos étnicos diferentes.

-¿Qué le sugiere el nombre de Andrzej Stasiuk?

-Andrzej Stasiuk es un escritor polaco que suelo recomendar porque creo que es algo completamente nuevo en el mapa de las letras europeas contemporáneas. Ha elaborado una estrategia narrativa de los límites inferiores y levanta un nuevo mapa espiritual de Europa a partir de materiales apartados, que no forman parte de la Europa de las agencias de viaje. Son muy recomendables sus libros de viajes, "Mi Europa" y "Camino de Babadag", que están traducidos al español. Europa también se halla en patios interiores cubiertos de maleza, en edificios abandonados que guardan el brillo de un antiguo esplendor, en microculturas que no han perecido, en formas de supervivencia de las cuales no teníamos noticia.

-¿Cómo resumiría el estado actual del conflicto entre Palestina e Israel?

-Hay una sentencia judía muy conocida que dice "Dios te libre de tiempos interesantes". A mí me tocaron tiempos interesantes en Israel. Cuando estuve en Tel Aviv se produjo la esperanza de paz, la retirada de Israel del sur del Líbano, el fracaso de las negociaciones de paz de Camp David y la explosión de la segunda Intifada. Existía una corriente de opinión que mantenía que había faltado muy poco para lograr la paz y que tal vez fuera posible intentar una solución impuesta de carácter internacional fundamentada en las últimas fases de una negociación que no pudo culminarse. Creo que Camp David 2000 fue una gran ocasión perdida y que el estancamiento que vive ahora el proceso es, a mi juicio, consecuencia directa de ello.

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