Irlandesa de nacimiento, llegó a Ibiza en el año 82. Siempre preocupada por cuestiones sociales, fundó Sos Yoga Refugiados en 2015 y actualmente coordina el movimiento Extinction Rebellion, surgido de la mano de científicos en Reino Unido.

- ¿Qué es Extinction Rebellion?

-Somos un movimiento internacional que utiliza la desobediencia civil no violenta para lograr un cambio radical del sistema con el fin de evitar el riesgo de extinción humana y colapso ecológico. Extinction Rebellion es un movimiento muy amplio que trabaja a nivel internacional, también en España, claro.

- ¿Dónde surge?

-En Reino Unido, impulsado por científicos, luego se ha ido extendiendo por numerosos países. Es un colectivo basado en la autoorganización y coordinación de los denominados grupos XR, formados por personas que se posicionan en contra del cambio climático y de la inactividad de los gobiernos.

- ¿Cuáles son sus demandas?

-La principal demanda es que se diga la verdad a nivel político, gubernamental y mediático sobre el cambio climático. Que se explique a la población con datos y cifras la situación en la que estamos actualmente. El movimiento demanda nada más y nada menos que la verdad para que la gente pueda decidir su futuro.

- ¿Y después?

-Que se actúe en consecuencia. Que el Gobierno y los medios de comunicación se posicionen en contra del cambio climático con políticas que acompañen la transición hacia un sistema sostenible y abandonar este que ha demostrado ser inconsciente y autodestructivo. Solicitamos políticas vinculantes para reducir las emisiones de carbono a cero para 2025, así como reducir los niveles de consumo. Por último, demandamos la formación de una Asamblea Ciudadana que supervise la actuación de los políticos. Estamos acostumbrados a que los gobiernos se comprometan y firmen documentos que no cumplen, esta asamblea se encargaría de que las acciones encaminadas al cambio se lleven a cabo.

- Una meta ambiciosa...

-Es la única manera llegados a este punto. Necesitamos un cambio drástico de mentalidad en el sistema. Reciclar, comprar a granel, reducir el consumo de plástico... todo eso está muy bien, y es lo que debemos seguir haciendo a nivel individual, seguir creando y despertando conciencias, pero eso no basta. Se requiere de un gran cambio y, por desgracia, ese cambio conlleva sacrificios.

- ¿Qué tipo de sacrificios?

-Requiere que todos y cada uno de nosotros salgamos de nuestra zona de confort. Eso implica muchos cambios en el paradigma. A nivel de consumo lo primero. Debemos darnos cuenta de que no es lógico, por ejemplo, que para hacer una camiseta se malgasten litros y litros de agua, o de la contaminación que supone viajar en coche, avión o en barco, aquí que tenemos tantos cruceros que llegan en verano. Supone renunciar a muchos supuestos beneficios adquiridos que, a la larga, han demostrado que van en nuestra contra. Y, por supuesto, renunciar al petróleo.

- Y al dinero que supone...

-Efectivamente. Por eso se requiere de un cambio en el sistema. Permitir que el petróleo continúe en la tierra porque su utilización es absolutamente nefasta para el planeta y para nosotros, que lo habitamos, en vez de explotarlo y sacarle rentabilidad, parece algo impensable. Sin embargo, el petróleo no vale nada, el valor se lo hemos dado nosotros.

- ¿Cómo puede Extinction Rebellion contribuir a ese cambio?

-En Inglaterra ha funcionado con acciones pacíficas que han tenido gran repercusión mediática, como exigir a la BCC que publique información veraz con una acción en el propio edificio. La misión de la prensa es informar y la de los gobiernos gobernar con responsabilidad, de lo contrario se tomarán medidas.

- ¿Qué tipo de medidas?

-Medidas no violentas por supuesto. El primer paso es hablar, explicar las demandas, exigir que se tenga en cuenta a la población y se les dé la oportunidad de saber lo que ocurre. Y en el caso de que no se haga caso, como pasa, realizar acciones que, aunque sean de manera pacífica, molesten.

- De ahí lo de desobediencia civil...

-Exacto. En Inglaterra se declaró la rebelión en octubre del año pasado, estuvo también Greta Thunberg, fundadora de Fridays for Future, en la declaración. A partir de ahí, comenzaron con las acciones en la capital. Fueron a la BCC, al Parlamento, e incluso miles de personas tomaron el centro de Londres durante diez días. Todo previo aviso; informando al Gobierno de que si no se cumplían las demandas comenzarían las acciones de protesta. Después de esos diez días el Parlamento declaró la Emergencia Climática.

- ¿Cómo respondió la sociedad londinense?

-Hubo de todo claro. Pero mucha gente apoyó esta protesta. No se toma una metrópoli como Londres tanto tiempo sin un masivo apoyo ciudadano. El movimiento hizo una gran labor de información y concienciación, proyectando vídeos, ofreciendo datos, dando charlas... pero evidentemente había mucho enfado. Te cierran tu ciudad, los taxistas no pueden trabajar, las tiendas cierran, se pierde dinero, es una acción muy drástica. Es molestar y, aunque es una pena que tenga que ser así, es la única manera. Ojalá se pudiera hacer algo sin tener que molestar, pero está claro que no escuchan.