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Las sombras de Grey

La película contiene algunos puntos valiosos, sobre todo un primer tramo estimable

Sophie Turner encarna a Jean Grey. // Fox

Le están dando tanta caña a este (¿final?) de las películas sobre los X-Men y X-Women que uno se pone a verla esperando un horror de los que hacen época. Y no lo es. Tampoco se puede colgar muchas medallas (para eso está Logan), pero, sabedores de los grandes problemas que cercaron al proyecto (y lo modificaron en parte) una vez traspasados los despachos de Fox a Disney, no hay más remedio que apreciar algunos puntos valiosos, sobre todo un primer tramo estimable con dos escenas enlazadas entre sí a pesar del tiempo transcurrido entre ellas.

Y que dibujan la evolución del personaje de Jean Grey: un accidente en la infancia que marcará su vida y una hazaña espacial ya como parte de la familia de "raros, locos, especiales" (o increíbles, con cualidades y dones) en la que se transformará en una mujer con superpoderes de doble filo. Sí: Jean absorbe una energía cósmica que la hace indestructible, pero (como le pasó también a Spider-Man o Supermán, entre otros) saca lo peor de ella. Y la maldad que la invade puede causar tragedias. Devastación sin límites. Como la pluma que le regaló Charles Xavier cuando la acogió: puedes hacer un dibujo bonito con ella. O sacarle los ojos a alguien. Conocemos el estribillo: todo gran poder conlleva una gran responsabilidad.

Simon Kinberg no esconde su modelo: el Nolan que tiznó a Batman y lo vampirizó con dudas existenciales a todo trapo. Comparte incluso montador y compositor: Hans Zimmer saca su manual de estilo más solemne y sombrío para subrayar el aire de funeral que impregna la película de principio a fin, sin tiempo para bromas. Lo malo es que Kinberg carece del garbo visual de Nolan, el guión no sabe qué hacer con una Jessica Chastain alienígena y se abusa de chácharas que dan vueltas vueltas a asuntos muy sobados ya en títulos anteriores. No hay demasiada acción, y la que hay también recuerda otros momentos de cintas previas (algunas mucho peores), pero la escena del tren es una forma óptima de menear la pantalla.

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